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12 señales de que creciste en Querétaro

Querétaro
by Fernanda Téllez 16 Mar 2016

1. Sabes que en las calles de Querétaro nunca falta el ¡ánimo!

Típico, te encuentras en el coche, con el peor mood del mundo y crees que tu día no puede empeorar más. De pronto, de la nada escuchas un “¡ÁNIMO!”, seguido de una orquesta de claxons y más gritos. Igual sigues en el tráfico, pero de pronto el día no parece tan horrible y hasta tienes una sonrisa en la cara.

 

2. Dudas de que existan cosas más románticas que unas tortas de la Güera.

En Querétaro, los festejos del 14 de febrero comienzan con unas ricas tortas gratis, cortesía de la Güera. Y si la fortuna te acompaña, ¡en una de esas sales con regalo de San Valentín!

 

3. Haz colaborado con los postes de chicles

Cuando le comentas a la gente de este extraño ritual, lo consideran como algo grotesco, asqueroso y antihigiénico; sin embargo, todo queretano siente ese impulso y diablito interno que le hace ir a dejar su huella en tan bonito monumento.

 

4. Te sabes la historia de Mijangos.

La historia que nos traumo, hizo que dejáramos de dormir y que le tuviéramos miedo a la oscuridad. Pero también la historia que incitó a muchos aventureros a pararse en casa de Mijangos y hasta entrar de vez en cuando… Ellos sí que son acreedores de una medalla a la valentía.

 

5. Haz sido testigo de la evolución de Pueblétaro.

Antes del gran crecimiento de la ciudad, asistir a reuniones, fiestas o compromisos a Juriquilla, Jurica o Campanario era casi como ir a otro estado. Y de repente, en un abrir y cerrar de ojos, tus “largos” trayectos se llenaron de lugares in, la excusa perfecta para hacer varias paradas y hacer tu viaje más ameno.

 

6. Sabes exactamente qué día juegan los Gallos Blancos.

El viernes de cada quince días hay de dos sopas: o te sales con dos horas de anticipación para realizar tus planes o te lanzas a ver a los Gallos Blancos. La ciudad se vuelve un caos y no faltan los hábiles para la manejada que prolongan tu estancia sobre Bernardo Quintana o alguna avenida principal que te lleve al Corregidora.

 

7. Haz gritado¡Taro taro taro Querétaro!”

No hay mejor canto de guerra que la porra que entonabas a todo pulmón cuando se trataba de competencias deportivas. Fuera o no tu equipo el que participaba, siempre que el taro se cantaba, ¡el slam no podía faltar!

 

8. Dominas la escena nocturna de Queretarock.

En una ciudad tan pequeña es obvio que muchos frecuentamos los mismos lugares. ¿Quién no recuerda las épocas de Mint, Foreplay, Classico, Ananda, Sein o Live? Actualmente, la vida nocturna en la ciudad podría acomodarse en una rutina semanal que incluye: los lunes de tirar flojera, martes de Barezzito, miércoles de Rhodesia, jueves de Ocasus, viernes de Silvana, sábados de Sirilo… y domingos de Fisher’s para recuperar fuerzas.

 

9. Conoces los Arcos como la palma de tu mano.  

¡Qué decir de nuestro hermoso acueducto! Seguro lo has recorrido en un paseo en bici, corriendo por la mañana, en el famoso turibus o en una simple caminata para llegar al centro. Nada mejor que disfrutar de un bonito atardecer desde este rincón de la ciudad.

 

10. Sabes exactamente qué hacer cuando ataca el antojo de malteadas.

“¿Y si vamos por una malteada de la Mariposa?” Pregunta que incita a seguir la tradición queretana de consentirte de vez en cuando. Mi favorita es la de coco y vainilla, pero sea cual sea tu elección del menú, ¡ten por seguro que no te arrepentirás!

 

11. Conoces el lado más rico de dominguear por la ciudad.

Después de un largo y pesado fin, se vuelve justa y necesaria una vuelta por el Mercado de la Cruz, donde siempre encuentras algún desayuno que te vuelva a la vida. ¿Quién no se ha deleitado con unos tacos de Don Chamorro?

 

12. No sientes que estás en casa hasta que no ves a Conín.

¡El primero que te recibe cuando llegas a tu querido Querétaro!