Foto: Ana Bulnes

18 cosas de Galicia que los de fuera nunca entenderán

Galicia
by Ana Bulnes 27 Jan 2016

Foto: Ana Bulnes

1. Nuestra especial relación con la muerte.

Resumida en la existencia de la cuenta de Twitter “A ver quen morreu”.

2. Nuestra pasión por todo lo que se come y se bebe.

Todo digno de alimentarnos o emborracharnos se merece una fiesta. En Galicia la tiene.

3. El concepto de enxebre.

Cualquiera que haya intentado explicárselo a alguien sabe a lo que me refiero.

4. Entrar en tren o coche por Ourense después de haber pasado un tiempo fuera.

Al salir nos desesperamos porque parece imposible tardar tanto en cruzar la frontera. Al volver sentimos un no sé qué patriótico en el que nos reafirmamos en la idea de que Galicia es el lugar más bonito del mundo mientras se nos llenan los ojos de lágrimas.

5. Que nuestro sentido del humor estuviese a punto de debatirse en la Cámara de los Lores británica.

¿No habría sido bonito ver a David Cameron y compañía discutir sobre si Galicia debería ser la nueva Escocia en el Reino Unido?

6. Sentido del humor complejo que ha puesto a un dinosaurio de seto como atracción turística número uno en una de nuestras principales ciudades.

Dinoseto, amado por unos, odiado por otros, envidiado por el Sireno, quien querría descender unos cuantos metros para entrar en una guerra de selfies.

7. Los chistes de Luis Davila.

Tus contactos de Facebook no gallegos no saben por qué los compartes todos los días.

8. Que llamemos Troski a nuestros perros.

Sin ser necesariamente comunistas.

9. Ese momento en el que sale el sol tras varios días (o meses) de ciclogénesis.

Quedarse parado en mitad de la calle con los ojos cerrados sintiendo esos anhelados rayos sobre nuestra pálida piel.

10. Que puedan convivir tantas creencias, leyendas y seres sobrenaturales en tan poco espacio.

¡Tenemos de todo! Meigas, mouros, mouras, trasgos, rocas con propiedades curativas, olas que te dejan embarazada, exorcistas (aunque estamos un poco huérfanos tras la muerte del de O Corpiño), curandeiras, pociones (¿qué son si no la queimada y el licor café?)… Lo mejor es que es compatible creer en todo a la vez y hasta ser científico.

11. Nuestra sigilosa omnipresencia.

No es que haya un gallego en la Luna, es que si pones Chrome en modo incógnito verás a Castelao.

12. Que ciertas noticias no sean inventadas.

Solo aquí pueden convivir personas que dicen ser propietarias del Sol, señores que pinchan ruedas de coche porque “hay poco aire en el mundo”, tipos que pasan por casa para vestirse de buzos y zanjar una discusión en un bar a arponazos, con operarios que confunden dólmenes de 6000 años de Antigüedad con merenderos (y los “restauran”).

13. El misterio de nuestras palabras.

“Marcho que teño que marchar”. “Bueno, home, bueno”. “Non si?” Las pitonisas de los oráculos venían a estudiar aquí.

14. Todos los matices de “riquiño”.

Ni bueno, ni malo, ni todo lo contrario.

15. El hecho científico de que todo sabe mejor con pimentón.

El pulpo, las verduras, la empanada, el pescado…

16, Ese momento en el que vacías el deshumidificador.

El sentimiento poderoso de ver cómo esos litros de agua se van por el váter mientras asientes sonriente.

17. Que “unha” no se pronuncia “uña”, ni “unga”, ni “una”.

Podrías pasar varios días intentando enseñar a alguien a pronunciarlo. Sin éxito.

18. La retranca.

Esto, claro, nadie intentará explicarlo.