Aplica el buenos días, buenas tardes y buenas noches a todas las personas con las que interactúes. En caso de duda temporal, basta con decir “buenas”. Ten en cuenta que la importancia de esta regla es inversamente proporcional a la densidad poblacional del lugar donde te encuentres.
Háblale de usted a todos los que parezcan mayores a ti.
Háblale de tú a todos aquellos con los que quieras fomentar confianza. Si la confianza ya está puesta, puedes comenzar a hablarles de “güey”.
Ponle chile a todo. Los centros de dolor en tu boca no se van a desensibilizar de la noche a la mañana, así que más te vale ir empezando.
Usa diminutivos a discreción, porque se oye más bonito.
Compra un comal y aprende a usarlo… y no, un sartén no es lo mismo.
Apréndete Las Mañanitas y luce tu chorro de voz en el próximo cumpleaños.
Toma todos los utensilios de cocina de tu casa, ponlos en el horno y déjalos ahí hasta Navidad o la próxima vez que quieras hacer un pastel.
A la hora de la comida di buen provecho a todos y para todo: a los que se estén yendo a comer, a los que se queden en la oficina cuando tú salgas a comer, al entrar a un restaurante -especial atención con los de la mesa de junto-, a los que se vayan yendo del restaurante y a los que queden sentados cuando te retires.
Hasta arriba de tu lista del súper anota: dos kilos de jitomate, dos kilos de cebolla, dos kilos de limón y un cuarto de chile serrano. Todos estos ingredientes deberán ser utilizados en menos de una semana.
Olvídate de dar negativas rotundas. Se amable y dale vueltas al “no” hasta que sea inevitable.
Comienza a ponerle apodos a todo el mundo.
Cultiva el fino arte de llegar elegantemente tarde.
Respeta a tu madre y a la virgencita… pero sobre todo a tu madre.
Deja de pensar en el cinco de mayo y enfócate en que vas a hacer para cenar el 15 de septiembre.
Aprende a utilizar la palabra más ambigua y útil jamás concebida: “ahorita”.
Prepara tu altar de muertos desde finales de octubre y aprende a pronunciar cempazuchitl.
Utiliza el vocablo madre por lo menos diez veces al día y trata de usarlo cada vez con un significado distinto.
Sal a pasear sin un fin específico. Dar la vuelta tiene su encanto.
Ensalza tu vocabulario con frases domingueras del tipo “Andas como pepita en comal caliente”.
Aprende la diferencia entre un chipichipi, un chubasco y una tromba.
Empieza a llamarle merienda a la cena y cambia cualquier platillo que tuvieras pensado por café y pancito.
Mantén la calma y aprende a alburear.
Domina el arte de comer tacos en modalidad experto: de pie, sosteniendo el plato con una mano y el taco con la otra, sin que se te caiga nada del relleno… el meñique arriba siempre te dará un aire de importancia.
¡Presume tu amor por México con todo y con todos!