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13 razones por las que participar de una murga es lo mejor del mundo

Ciudad de Buenos Aires
by Natalia Montaldo 12 Feb 2015

Se acerca carnaval y los festejos de Buenos Aires no son mundialmente conocidos como los de Río o Venecia. Ni siquiera como los de la cercana Montevideo, incluso cuando el género se llama igual que el uruguayo: murga, pero es bien diferente.

Por empezar, duran todo Febrero y no solo “4 días locos” como dice la canción de Alberto Castillo. El regreso del feriado de Carnaval en 2010 -luego de haber sido prohibido en la última dictadura militar- ha fomentado la difusión de este festejo de origen pagano. Sin embargo, la murga todavía es un género que pocos argentinos suelen reconocer como propio, mucho menos sentirse identificados. Suele considerarse un género musical menor, de dudoso gusto y relacionado con un sector más bien popular de la sociedad.

Con los próximos argumentos, verás que, debido a su valor histórico y presente y a todas sus singularidades, vale la pena pasar Carnaval en Buenos Aires viendo a las murgas.

1. Porque todo el mundo puede ser parte de una murga.

Las murgas suelen arengan en sus convocatorias que están abiertas a personas de 0 a 99 años y es real. Hay bebes en las murgas y hay señores que mueren siendo murgueros. No es raro ver personas que de golpe con 50 años deciden sumarse y probar la vida del murguero.

Es de los pocos géneros donde el menos talentoso logra salir a escena: el mas pata dura sale bailando, sosteniendo una bandera, tocando un instrumento así sea un silbato o llevando un disfraz. En la murga todo el mundo puede ser artista. El que jamás tuvo una formación especifica puede calzarse un traje, seguir algunas indicaciones y estará desfilando y contándoselo a sus amigos. Nadie le va a decir que no puede participar, nadie le va a pedir acreditación de experiencia.

2. Porque la experiencia de murga es la de estar en una familia que te banca.

Las murgas se suelen llamar a si mismas familias y no solo están integradas por este grupo tan heterogéneo de personas sino que además suelen tener a su alrededor un sequito de groupies que los sigue a todos lados: la novia de uno, la tía que lleva tortas fritas a los ensayos o la vecina que ayuda a coser los trajes y está pendiente de los cumpleaños de todos.

3. Por las “mascotas”.

Si, las murgas tienen mascotas y no son ni perros ni gatos. Así se le llama a los niños menores de 6 años aproximadamente. Van adelante en el desfile, llevándose consigo los suspiros de las madres y mujeres sensibles del público que no paran de sacarles fotos.

4. Para apreciar directores que de hecho dirigen.

Hay de baile, de canto y de percusión. Lo que no hay son gerentes, jefes, asistentes o mandos medios. En una murga o sos de la plebe, o sos director. Suelen ser los fundadores (si es que no se pelearon entre si ya y terminaron formando 2 o 3 murgas más) o los de mayor antigüedad y experiencia. Se los distingue básicamente porque mandonean, llevan silbato y suelen tener los trajes mas completos. Y hay que decirlo, hacen una tarea de formación y contención para este fluctuante grupo de personas que se acerca para expresarse, divertirse y sentirse en familia, que merecería la ¨presidencia¨.

5. Para honrar tradiciones legadas de otros continentes.

Los movimientos característicos del baile murguero, las patadas, la fuerza y la percusión viene de África traída por los esclavos, que hicieron “escala” en Europa. De Cádiz, España, heredamos la canción humorística y la sátira como recurso crítico.

6. Para entender que lo del “libertinaje” puede ser solo una apariencia.

El que las ha dirigido sabe que lograr un poco de metodología en la murga es más difícil que interpretar la 5ta sinfonía de Beethoven con el bombo con platillo. Aunque al verlos en escena parezca una anarquía de saltos y silbatazos la presentación de la murga sí tiene su estructura. La muestra contiene un desfile, la matanza y escenario.

Desfilan primero los que portan banderas, los muñecos y los disfrazados (en general de personajes populares pero puede verse tranquilamente a Bob Esponja), cuyo objetivo es arengar al público y prepararlo para lo que se viene. Le siguen las mascotas y los demás bailarines, en orden ascendente de edad (aunque sabemos que en realidad es por destreza y antigüedad). Lo mejorcito viene atrás. Y al final, desfila “la percu”: o sea, los músicos. En la percu suelen estar los “más machos de la murga que no bailarían ni locos”. Rara vez hay mujeres pero se ve cada vez mas, dependiendo de que tan tradicional sea la agrupación.

7. Para ser parte de “La Matanza”.

En un momento determinado del desfile (en general delante del jurado si hubiera o simplemente delante del mayor grupo de audiencia concentrada) los directores de baile hacen señas y todo el mundo entiende que se viene la Matanza. Los bailarines forman un gran círculo y empieza la demostración de baile. Se llama Matanza porque es un enfrentamiento a matar o morir, donde se dejan por completo los pulmones (bailando). Todos los trucos que practicaron todo el año, todas las perlitas, aparecen en este momento.

8. Porque, más allá de la afinación, es una forma en que críticas sociales se hacen escuchar.

El Escenario es la parte de canto. No todas las murgas hacen escenario y en general rara vez cantan bien. Pero… dicen cosas interesantes.

Sucede que salvo por las grandes murgas, los integrantes suelen no tener ningún tipo de formación vocal y tampoco les interesa tenerla. Sumando a esto, los pocos que suben a cantar en general son los directores o los mas caraduras, no necesariamente los que cantan mejor. En la murga en general, se valora mas el coraje que el talento y muy poco la vergüenza.

Hay una canción de entrada y otra de retirada con letras dedicadas al Carnaval, al rey Momo, al barrio y ese tipo de cosas. Son un regocijo entre murgueros pero muy aburridas en general para la tía de cualquiera. En cambio, la canción de crítica (la del medio), es el espacio de denuncia de los problemas sociales: el abuso de la policía, la muerte de tal pibe del barrio, la corrupción del gobierno. Cuando están cargadas de ironía, de humor y sátira, podemos ver algo realmente interesante.

9. Para jugar a reconocer canciones populares con letras cambiadas.

Las murgas toman canciones populares y les cambian la letra. Ahhh, ¡pero así cualquiera!. Momentito, que no es cosa fácil. Este recurso busca atraer la atención del espectador en el corto tiempo que disponen, a través de un ritmo que reconoce pero que viene a traer un nuevo contenido. Además, atrás vendrá desfilando otra murga esa misma noche y todas querrán que el público llegue a sus casas tarareando SU canción.

10. Para apreciar todos y cada uno de los detalles de los vestuarios (si, esos que son para morirse de calor).

El traje (que esperando a Febrero se guarda todo el año almidonado en una percha como vestido de novia) está hecho normalmente de raso o tafeta (telas brillantes y nada acordes para bailar bajo el sol porteño de verano). Simula un traje de director de orquesta con levita y cola. Su origen se remonta a la época de la esclavitud donde el Carnaval era el único festejo en el que todas las clases participaban. Los amos solían regalarle a sus esclavos sus trajes viejos y en señal de rebeldía, estos lo usaban del lado del revés, dejando ver su interior brillante.

El uso de apliques es otra de las llamativas tradiciones. Los murgueros personalizan sus trajes de insignias distintivas con sus gustos favoritos: bandas de música, cuadros de futbol o Hello Kitty. Cada aplique se hace a mano, cosiendo una a una las mostacillas y lentejuelas que componen el dibujo. Por si no quedo claro, es un trabajo mas que artesanal, infernal. Hacer un solo aplique de 10 cm puede llevarle a uno tranquilamente un mes entero. El murguero utiliza 11 meses del año para enchular su traje, y así poder lucirlo en Febrero diferente respecto del carnaval anterior. Ver a un adolescente varón de 17 años con aguja en mano consagrado a la tarea de coser sus apliques es realmente fascinante.

También es común ver que los trajes lleven colgando cintas con los colores de otras murgas. Como los jugadores de futbol intercambian camisetas, los murgueros regalan o intercambian parte de su traje al final del Carnaval.

11. Porque la percusión nos recuerda el latido de la tierra o del corazón.

Los ritmos a base de percusión de tambores suelen resultarnos muy armónicos al oído y envolventes. Sucede que la murga porteña utiliza como principal instrumento el bombo con platillo (de origen árabe), que hace que el sonido característico de este genero sea tan estridente y parezca a su paso mas una manifestación por los derechos civiles que una presentación artística.

Los instrumentos de base siguen siendo el bombo con platillo, el zurdo y el redoblante pero hay murgas que han incorporado guitarra (¡benditos sean!, lo que permite una base melódica mucho mas agradable para acompañar la parte de Escenario y canto) y trompeta.

12. ¡Porque es gratarola!

Los carnavales se suceden durante todos los fines de semana de Febrero en la mayoría de los barrios de la Capital. Se organizan fechas como en un fixture y por cada noche uno puede ver a 3 ó 4 murgas de distintos barrios, juntas en un determinado punto de la ciudad. Se corta la calle, se arman escenarios y gradas y se colocan girnaldas y lucecitas de colores. Pueden no ser puntuales y todo tiene mas gracia si se lo acompaña con bebidas espirituosas como Fernet o cerveza que se venden en la calle. No se cobra entrada y los artistas no pasaran la gorra ni mucho menos, ya que les paga el Gobierno por las presentaciones que hacen. Siempre, hay lugar para uno mas.

13. Porque la murga, de una manera u otra, te mueve.

Existe la posibilidad de terminar la noche ensordecido por el ruido de la percusión y los silbatos, bañado en espuma, medio indigestado por un choripán dudoso o seducido por algún porteño mimoso. Pero también existe la posibilidad de que no puedas dormir por la acumulación de adrenalina y que hayas descubierto que tu vocación artística está en un murga. Y al otro día te anotes.