Invitar a unos amigos en pleno invierno para demostrarles el buen clima de la ciudad y que una ola de frío te lleve la contraria.
Invitarles en verano para que disfruten de las playas y que una plaga de medusas impida el baño.
Cambiar el plan e ir a tomar cervezas al sol de un chiringuito… Y que caiga una tormenta veraniega.
Que, a pesar del tiempo, pidas una de esas cervezas que son «malagueñas y exquisitas» y resulte que están fabricadas en Murcia.
Atreverte a descender por un camino de piedras junto a un acantilado para disfrutar en solitario de las calas cristalinas de Maro… y encontrar que han abierto otro acceso para los turistas que llenan la playa.
Prepararte todo el año para sacar a tu imagen preferida de la Semana Santa y que empiece a llover pocos minutos antes de la procesión.
Que no te guste la Semana Santa pero vivas en el centro y llegar hasta tu casa sea algo imposible entre el público, los turistas y los cofrades más férreos que no te dejarán cruzar la calle hasta que todo haya terminado.
Enamorarte de una sevillana.
Tener que viajar a Sevilla para ver a tu novia.
Bailar sevillanas en la Feria de Sevilla para encandilar a tu novia sevillana.
Que se suspendan las fiestas gastronómicas de los pueblos. ¿Qué haríamos los domingos entonces?
Que el equipo de fútbol llegue a competición europea y que, en algún partido decisivo, el árbitro vuelva a ser Craig Thomson.
A que prohíban la Feria del Centro. ¡Dios mío, todos al secarral de Cortijo de Torres a morir de calor!
Ir en San Juan a una playa y que no haya hogueras por ningún lado.
Que te demuestren que hay otras ciudades más bonitas, interesantes, divertidas, cultas y limpias que Málaga. ¿Pero eso no es imposible?
Pedir una ración de fritura malagueña y que te sirvan una fritanga.
Que te ofrezcan chanquetes coreanos.
Pedir un espeto y que las sardinas sean tan pequeñas que… ¡anda, si son boquerones!
Pedir un pitufo y una nube en un bar y que el camarero se te quede mirando como si estuvieras loco.
Que cierren El Pimpi, la Antigua Casa de Guardia y El Pimpi Florida. ¡Sin ellos no somos nadie en Málaga!
Que la empresa de limpieza de la ciudad se ponga, una vez más, de huelga.
Descubrir que, a veces y sin huelga de por medio, la suciedad te impide ver la ciudad.
Aparcar tu coche en una calle cualquiera y descubrir, al día siguiente, que han pintado unas rayas azules y tienes una multa por aparcar en zona azul.