Considerado como uno de los conjuntos medievales más importantes de Cataluña, este pequeño pueblo mantiene la esencia medieval en cada uno de los rincones de sus estrechas callecitas y plazas, lugares únicos en los que perderse por un pedacito de la historia.
Conocido como la Manhattan italiana, San Gimignano es uno de los pueblos medievales más bellos del mundo. Con un centro histórico Patrimonio de la Humanidad y 14 torres medievales que han sobrevivido, este pueblecito de La Toscana acoge cada día a cientos de turistas encantados de recorrer sus calles y probar uno de los mejores helados del mundo. ¿Te animas?
Pasear por Guimaraes, donde nació Portugal, es adentrarte en un cuento en el que la historia está presente en todas sus páginas. Siendo su centro histórico bastante pequeño y accesible, con un día tendremos tiempo de conocer todos sus atractivos.
Dicen que Conques es uno de los pueblos más bellos de Francia y no seremos nosotros los que digamos lo contrario, y más teniendo en cuenta que esta es una de las etapas más concurridas del famoso Camino de Santiago que se inicia en Puy en Velay.
Considerado como el pueblo más bonito del mundo a orillas de un lago, Hallstatt aún conserva algunos edificios de finales de la época medieval que justo a sus coquetas calles y vistas desde el lago, son algunas de las visitas imprescindibles.
No son poca gente los que dicen que Castle Combe es el pueblo más bonito de Inglaterra. Sus cuidadas calles, sus rincones llenos de encanto, sus casitas de piedra color miel y una iglesia medieval, son en parte razón de ese adjetivo, ganado a pulso.
Este pintoresco pueblo, uno de los más bellos de Bélgica, es parada imprescindible en cualquier ruta por Valonia, al igual que las ruinas del Castillo Poilvache, una fortaleza medieval, que fue en su tiempo una de las más grandes e importantes del Valle del Mosa.
Berna es una de esas ciudades que guardan entre sus calles mucha memoria medieval, sobre todo en su centro histórico, donde podemos encontrar muchas joyas, tan representativas como la Torre de la Catedral.
Y no podemos cerrar este artículo sin nombrar el pueblo de la madre de Roger: Guimerà, uno de los pueblos más bonitos de Cataluña, donde no sólo puedes perderte por calles llenas de historia, sino también degustar una de las arengades más buenas del mundo en “Cal Moretes”. 