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Ocho hábitos mexicanos que perdí mientras vivía en Estados Unidos

México Estados Unidos
by Iliana Garcia 4 Apr 2015

1. Empecé a respetar TODAS las normas de tránsito.

Antes de vivir en Estados Unidos, había pasado años conduciendo en México. Aún así, la primera vez que estuve detrás de un volante en mi nueva ciudad, me sentí muy nerviosa, no porque dudara de mi capacidad para hacer funcionar un auto, sino porque temía que afloraran mis costumbres viales no tan responsables, como ignorar una luz roja si ya me había asegurado que no iba a estrellarme con ningún otro coche, o cambiarme de carril sin encender mis direccionales…ese tipo de cosas pequeñas que en México no tienen grandes consecuencias, pero que en Estados Unidos te pueden meter en uno que otro problema. Aprendí una cultura vial donde la gente respeta los señalamientos y a los demás automovilistas, y la verdad, conducir se disfruta mucho más y causa menos estrés gracias a eso.

2. Dejé de preocuparme por la ropa que iba a usar.

Vengo de una ciudad en el norte de México donde casi cualquier persona juzga a los demás por la manera en que visten (o por cómo hablan, o por dónde viven…pero esa es otra historia). Fue extremadamente liberador darme cuenta que a los estadounidenses no les preocupa en lo más mínimo lo que la gente piense de su apariencia. ¡Es hermoso! Pasé un año entero eligiendo mi atuendo pensando sólo en mi, mis gustos y en mi comodidad, aunque ello me llevara a usar sandalias en clubes nocturnos, pijamas en casa de mis amigos o mi uniforme de Disney en restaurantes.

3. Dejé de comer comida hecha en casa.

¿Hay algo mejor que la comida que preparan nuestras madres y abuelas con ese sazón tan especial? Pues no! Antes de mudarme a Florida me propuse firmemente aprender todos los trucos gastronómicos de mi querida madre para replicarlos en mi futuro hogar. No aprendí mucho, la verdad, pero estuve bastante orgullosa de los cinco platillos que logré cocinar a la perfección.

Sin embargo, mis intenciones se vinieron abajo semanas después de iniciar mi nueva vida en Estados Unidos. Mi primer alerta roja fue la visita al supermercado ¿Por qué el precio de cuatro naranjas era igual a una docena de paquetitos de mac and chesse? Nunca lo entenderé, pero realmente desmotiva lo caro que es comprar ingredientes naturales. Terminé por renunciar a la cocina cuando me adapté al estilo de vida a mil por hora que tienen los americanos. Realmente el tiempo no alcanza para nada, con la excepción de llegar de paso a un restaurante de comida rápida.

4. Dejé de hacer horas de sobremesa en restaurantes.

Como es bien conocido, para los mexicanos la comida es algo MUY importante. Pero juntarse a compartir los alimentos es mucho más acerca de compartir y dedicar tiempo a las personas con las que estamos. Toda mi vida fue completamente normal para mi disfrutar tranquilamente el tiempo en un restaurante. Me gusta platicar, reír y hasta chismorrear, antes, durante y después de los sagrados alimentos.

Salir a comer en Estados Unidos es completamente diferente. Es una de las cosas a las que menos tiempo le dedican, y la dinámica en un restaurante es más o menos así: los meseros están listos para atenderte desde el momento en que te sientas, traen tu comida en cuestión de minutos y te entregan la cuenta tan pronto terminas de comer. Su principal preocupación es que te vayas rápido para poder atender más clientes y recibir más propinas. Antes de darte cuenta, estarás fuera del lugar 40 minutos después de haber entrado.

5. Dejé de hacer compras espontáneas cerca de casa.

En México existen ciertos pintorescos y útiles lugares conocidos como “la tiendita de la esquina”. Estos pequeños establecimientos venden al menudeo cualquier cosa que puedas necesitar y te salvan la vida cuando es hora de comer y no hay tortillas, cuando te quedaste sin shampoo o simplemente cuando tienes algún antojo, ¡y lo mejor es que están a sólo unos cuantos pasos de tu casa!

Los estadounidenses no tienen esa clase de beneficios, principalmente, porque los espacios exteriores son gigantes, y caminar de tu casa a cualquier lugar te tomará un largo tiempo. Eventualmente aprendí a ser más precavida y comprar todo lo que necesitaba en mi viaje semanal a Walmart, pues si me quedaba sin leche para el cereal, un viaje “rápido” al minisúper más “cercano” no era opción.

6. Dejé de hacer comidas de un solo platillo.

Este es un punto extraño que no sé muy bien cómo justificar, es algo que simplemente sucedió. Los mexicanos no estamos acostumbrados a adornar la hora de comida con aperitivos o postres. Es decir, si queremos comer tacos, comemos tacos; y si queremos enchiladas, comemos enchiladas. Y punto. Pero algo cambió en mi cuando me mudé a Estados Unidos. Cada vez que salía a un restaurante me sorprendía ordenando entrada, plato fuerte y postre. ¿Qué sería de un corte de carne sin una buena ensalada y sin el toque final de un pastel de queso? Creo que simplemente los menús en Estados Unidos están diseñados estratégicamente para que se te antoje comer todo de una sentada.

7. Empecé a hacer compras en línea.

Que si se roban mi información personal, que si hacen fraude con mi tarjeta, que si hackean mis de redes sociales, sacan información y luego me secuestran…esos y otros delirios paranoicos que pasaban por mi cabeza ante la idea de comprar algo a través de un sitio web. La verdad es que vivir en Estados Unidos abrió mis ojos al maravilloso mundo de las compras en línea. Desde la comodidad de tu hogar puedes buscar y encontrar de todo (de verdad: DE TODO). Unos cuantos clics y ya está, y lo mejor es que el servicio postal en ese país es lo suficientemente bueno para que recibas tus artículos al día siguiente sin problemas. De verdad es la manera más fácil, barata y rápida de comprar.

8. Deje de pensar que 1 dólar vale 10 pesos mexicanos.

El precio del dólar ha cambiado mucho en los últimos años. Hace tiempo, un dólar era igual a 10 pesos mexicanos, lo cual era súper conveniente y fácil de convertir. Por eso, los mexicanos nos quedamos con la idea, aunque el valor siguió cambiando, y ¡oh sorpresa! Que equivocada estaba cuando pensé que algo con una etiqueta de 5 dólares, me iba a costar lo equivalente a 50 pesos, por en realidad eran mínimo $65.00 MXN y ¿encima hay que sumar taxes? ¡Auch!


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