Photo: Fresnel/Shutterstock

10 señales de que creciste en Toledo

by Andrea Barragan 24 Nov 2015

1. Ir al Zoco Europa era un planazo.

Durante tu adolescencia, el mejor plan que podías hacer con tus amigos era ir a este centro comercial (si podía llamarse así) y pasarte toda la tarde en los recreativos. No hacía falta jugar en las máquinas, pues con pasearse también se pasaba bien. Si tu instituto era El Greco o Azarquiel, también era el lugar favorito para ir durante los recreos. Ya ni recuerdas los años que hace que no pisas por allí. Desde que cerraron los cines, nada fue igual.

2. Salías por los antros subterráneos del Miradero (que, por cierto, te flipaban).

Poco te importaba el intenso olor a pis y la degradación de aquel antiguo centro comercial localizado bajo tierra, pues sabías que la fiesta de Toledo estaba ahí. Sorprende cómo convivían en un mismo lugar las discotecas más pachangueras como Greco’s con tugurios de mala muerte como el Rock’a.

3. Hacías cola para coger ordenador en la Biblioteca del Alcázar.

Eran tiempos en los que no todos los hogares disponían de conexión a Internet, así que tocaba ir a la biblioteca si querías mandar un email o acceder al chat de Terra. Llegabas, te apuntabas en una lista y aguardabas tu turno para coger ordenador. Si no había nadie más esperando, era tu día de suerte.

4. Añoras ir al cine sin coger el autobús o el coche.

¿Quién no recuerda los extintos cines María Cristina junto a la Plaza de Toros? No solo los añoras como un buen recuerdo… sino también porque los asocias a una época en la que, con las pesetas, ir al cine no era cosa de ricos.

5. Te costaba madrugar para ir al instituto… pero no el Día del Valle.

La tradición toledana de ir al Valle cada 1 de mayo continúa vigente, pero, ciertamente, ya no es lo mismo que en tu adolescencia. De aquella, te pegabas el madrugón del siglo (o directamente hacías noche allí) para coger el mejor sitio. Conforme pasaba el día, te dabas cuenta de que “la gente no sabía beber”, a juzgar por lo perjudicados que iban. A ti eso no te pasaba, claro.

6. Creías que el Polígono era primo hermano del Bronx.

Si había un barrio en Toledo con mala fama, ese era el Polígono, al que preferías no acercarte, por los trapicheos que, se decía, se gestaban en él. Si eras una persona “de bien”, tampoco te hacía mucha gracia tener amigos poligoneros. Hoy en día, es el barrio que más crece en población. No estará tan mal, ¿no?

7. Si querías renovar tu vestuario, tenías que irte a Madrid.

Y es que poco daban de sí las tiendas del Casco y de Santa Teresa. Como aún faltaban unos años para que aterrizase el primer centro comercial (en condiciones) de Toledo, había que ir a Madrid frecuentemente. No importaba las veces que se fuera, siempre hacía ilusión.

8. Fuiste a Port-Aventura por lo menos dos veces.

Te lo pasaste en grande yendo con tus compañeros de colegio a Port-Aventura por el viaje de fin de curso. Y luego, unos años más tarde, volviste a hacer lo mismo con tu clase del instituto. Muy bien, ¡conociendo mundo desde los inicios!

9. Bailaste mil veces “Fiesta Pagana” de Mägo de Oz en Alifit.

“Ponte en pie, alza el puño y ven…”. Seguro que te estás viendo a ti mismo hace dos décadas dando saltos en el pub más popular (ya cerrado, claro) de Toledo. Y si no era con esa canción, era con cualquiera de La Oreja de Van Gogh.

10. Recuerdas perfectamente que toda tu clase tenía el mismo chándal.

Sí, sí, ese de Adidas, con rayas a los lados y cremallera por detrás, a la altura del tobillo, para que el pantalón quedase acampanado sobre la zapatilla. ¡Fue un auténtico boom ese chándal! ¡Te encantaba y lo sabes!