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10 señales de que creciste en una familia coreana en Argentina

Argentina North Korea South Korea
by Juana Park 9 Apr 2016

1.

En tu casa, todos los platos típicos argentinos van a ser una versión remixada con un toque coreano. Advertencia para los que vengan a comer a tu casa: que no se sorprendan si las empanadas vienen con jabtchae adentro, o si el asado viene acompañado de kimchi o si se parece más a un bulgogui que a una típica parrillada argentina.

2.

La probabilidad de que tu familia tenga un negocio de ropa (ot-gague) es casi tan alta como la probabilidad de que la gente te confunda con un “chino de supermercado”.

3.

La iglesia evangélica o kiohe a la que vas crea un sentido de pertenencia y de identidad casi tan fuerte como el equipo de fútbol del que sos fan.

4.

Dado que la comunidad coreana es bastante pequeña y unida, los chismes vuelan: cada semana hay un somun nuevo de alguien diferente. Ésa es una de las principales razones por las que siempre tendrás una relación de amor-odio con tu comunidad.

5.

En la escuela, tu apodo era “el chino” o “el japo”.

6.

Cuando invitabas amigos a tu casa, siempre te preguntaban por qué tu mamá les pedía que se sacaran los zapatos. La respuesta siempre era: “No, no tiene nada que ver con la religión; es simplemente porque para los coreanos es im-pen-sa-ble caminar por la casa con los mismos zapatos que pisaron sorete de perro afuera”.

7.

Hay sólo una cosa en este mundo que odiás más que te pregunten cómo se dice tal o tal nombre en coreano: que te canten Gangnam Style en la calle y te pidan que hagas el pasito del caballo.

8.

Vos te sentís más argentino que Gardel, pero alguna vez, en algún momento de tu vida, siempre habrá algún argentino que se sorprenda de tu acento porteño y te diga: “¡Pero qué bien que hablás castellano! ¿Dónde aprendiste?” Como si todavía no se hubiera enterado de que la mayoría de los inmigrantes coreanos se instalaron en la Argentina en los años 70.

9.

La integración cultural nunca fue fácil: tus vecinos te dicen que tu comida huele “raro”, tu mamá todavía sigue tratando de aprender español “a los ponchazos” y tu papá se tuvo que inventar un nombre en español porque nadie podía pronunciar su verdadero nombre…

10.

Pero vos con tus hermanos hablás coreañol: “Che, pasáme los jeokarak” o “¿Vos me robaste los yangmal?”