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Once superticiones que sobreviven en el imaginario cubano

Cuba
by Sandra Alvarez 11 Apr 2015

Un sillón no puede balancearse solo…

¡Para el sillón por favor! Cuentan los que saben que si un sillón se mece sin que ninguna persona esté sentada en él, la personas más joven de la casa morirá…

Chiflar dentro de la casa.

No vaya a ser que espantes a los Eleguas y te caiga la mala suerte…

Jamás señalarse el cuerpo propio cuando se habla de enfermedades.

¡O vas a contagiarte seguro esa enfermedad!

Si cometiste el error de señalar tu cuerpo… ¡sopla la parte en cuestión inmediatamente!

Y varias veces, de ser necesario, para que así se vaya la energía negativa.

No nombrar ciertos animales que se arrastran.

A mi madre, una cubana rellolla, jamás le escuché nombrar al 21.

No pasar por debajo de una valla o señal de tráfico.

Esto hay que evitarlo a toda costa. ¿Por qué? Ni idea, Pero todos los cubanos salteamos el obstáculo.

Tocar madera cuando se habla de algo negativo.

Esta es la forma más efectiva de quitarse la sal de encima. Aunque en momentos de demasiada popularidad del plástico tengamos que buscar durante diez minutos para encontrar algo de madera donde tocar con los nudillos luego de mencionar algo malo… ¡No vaya a ser que lo estemos atrayendo!

Y si cayó sal en el piso..

Coge un poquito de ella misma y tírala hacia atrás. Si no lo haces… ¡No te quejes luego de tu mala suerte!

No decir jamás las fechas de los viajes.

En Cuba todo el mundo quiere viajar, esa es una verdad como un templo, pero siempre hay que hacerlo en silencio “porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”. De pronto preguntas por Raquel y alguien te dice: ¡Se fue pal’ yuma! Y tú más atrás que los cordales…

Meter un cuchillo en la candela.

“¡Niña, saca el cuchillo de ahí!”, me gritaba mi madre cuando, mientras cocinaba, usaba un cuchillo para revolver en la cazuela. En ese entonces yo le decía que no fuera supersticiosa, pero ahora, muchos años después, jamás meto un cuchillo en la candela ni permito que nadie lo haga delante mío. Por si las moscas…

No abrir un paraguas dentro de la casa.

Jamás. ¡O va a caer sobre ti una lluvia de mala suerte!