10 razones por las que nunca deberías viajar a Salamanca
Crédito: kurtxio
1. Tiene la Plaza Mayor más espectacular de toda España. ¿O acaso pensabas que la de Madrid o la de Segovia eran las mejores? Mejor no vengas o la Plaza Mayor a la que estés acostumbrado te va a terminar resultando un adefesio…
2. Resulta muy fácil volver atrás en el tiempo en Salamanca… ¿Y quién, en su sano juicio, querría eso? ¿Quién quiere doblar en una esquina y encontrarse en la Edad Media? ¿O pararse abajo del puente romano y sentirse en la Edad Antigua? ¡Las calles de Salamanca son un portal temporal al Medioevo más efectivo que cualquier TARDIS! Así que, por Dios, no vengan a Salamanca: no querrán acabar accidentalmente quemados por brujería.
3. Existe un alto riesgo de presenciar el mejor atardecer de tu vida, porque casi toda la parte histórica de Salamanca está construida en piedra franca, un material que bajo la luz crepuscular adquiere un resplandor dorado que convierte a la ciudad en un verdadero cuadro. ¡Y lo peor de todo es que puede contemplarse desde el antiquísimo, enorme y tranquilo puente que lleva ahí desde los tiempos de los romanos! Después de eso, ¿qué atardecer podría compararse jamás? Mejor morirse sin verlo…
4. ¡Qué cantidad innecesaria de edificios religiosos tiene! ¡Si estamos en pleno siglo veintiuno! ¿Para qué pasar horas admirando la Catedral barroca, con su repertorio imposible de estatuas y gárgolas cuándo se pueden ver las imágenes en Google?
5. Y hablando de las gárgolas… nunca te dejan en paz. Hasta en la entrada del McDonald’s y varios otros restaurantes de comida rápida los monstruos asoman sus cabezas fuera de las columnas de piedra. A menos que quieran ser perseguidos por gárgolas, ¡no vengan a Salamanca!
6. Obviamente a nadie le interesa conocer esos rincones favoritos de la literatura española, tales como el punto exacto en el que el Lazarillo de Tormes aprendió su primera lección o el jardín en el que se encontraron secretamente Calisto y Melibea…
7. ¡Hay demasiado folklore! ¡Muchas historias tradicionales flotan en la atmósfera salamantina! ¿Cómo que hay una cueva que aún hoy permanece tapiada porque sigue diciéndose que el Diablo vive ahí? ¿Cómo que hay un cierto número de estatuas encantadas y de calaveras malignas escondidas entre la laberíntica arquitectura de la ciudad? ¡Nadie quiere escuchar esas cosas! Somos modernos y optamos por el cinismo y la televisión.