En esta casona de Coyoacán, pintada de azul por dentro y por fuera, creció Frida y allí vivió los últimos años de su vida, hasta su muerte. Y es aquí es donde más se siente su presencia, puesto que están las cosas que conformaron su universo: Sus objetos y sus muebles, sus libros, parte de su guardarropas, sus cacharros para cocinar. En la Casa Azul también se encuentran algunas de sus obras más emblemáticas.
Actriz personificando a Frida Khalo.
Si decides ir en familia, pregúntale a uno de los trabajadores del museo sobre el sistema de autoguía para niños, es muy entretenido. Durante la Noche de Museos (último miércoles del mes), la Casa Azul abre de noche y, además de la oportunidad de recorrerla bajo las estrellas, ofrece una visita dramatizada en la que una actriz que personifica a Frida va relatando (¡y cantado!) su historia, acompañada por un violinista. ¡Un lujo realmente! Es un evento ideal para que los chiquitos de la familia conozcan un poco más de cerca a la gran artista. Los sábados y domingos el Fridabus te lleva gratuitamente desde la Casa Azul hasta el Museo Anahuacalli (punto 2). Finalmente, mi consejo es que te tomes varias horas para visitar la Casa Azul. A veces hay mucha gente pero, si vas con tiempo, seguramente vas a lograr más de una vez la calma que necesitas para encontrarte a solas con el fantástico mundo de Frida.
Uno de los deseos de Frida y de Diego era heredar al pueblo de México dos museos. El primero fue la Casa Azul y el otro fue Anahuacalli, uno muy cerca del otro. Aquí se exhiben más de las 50 mil piezas prehispánicas que los pintores coleccionaron durante toda su vida. Diego Rivera, en colaboración con el arquitecto Frank Lloyd Wright, se inspiró en las características arquitectónicas teotihuacanas y aztecas para erigir esta edificación que emula un templo -o teocalli-, construído de y sobre piedra volcánica. La entrada para este museo es válida durante un mes para visitar el Museo Casa Azul. Los domingos la entrada es libre y gratuita.
Dolores Olmedo fue modelo, amante y mecenas de Diego Rivera y, sin dudas, una figura vital para la cultura mexicana. Esta hacienda fue su residencia, hasta que lo donó como museo para el pueblo mexicano. Debes tomarte al menos un par de horas para recorrer no sólo el museo, sino sus jardines llenos de plantas, estanques, pavos reales y los divinos perros xoloitzcuintles.
Obra: “La cama volando, Hospital Henry Ford”, parte de la colección permanente. Imagen vía.
Aquí hay 145 obras de Diego y 27 de Frida, las que podrás observar a tus anchas en un ambiente de mucha tranquilidad, puesto que no hay ni por asomo la cantidad de gente que visita la Casa Azul. La cafetería, emplazada en el medio del parque, es muy bonita. El museo está en Xochimilco, a unos 20 minutos de Coyoacán. La entrada es libre los martes.
También conocido como las Casas Gemelas, ya que se trata de dos casas-estudio conectadas, una de Diego y otra de Frida. Aquí convivieron los pintores por ocho años, hasta que Frida regresó a su querida Casa Azul. Diego, en cambio, se quedó hasta su muerte.
En estas casas se exhibe parte de la enorme colección de objetos (59 mil piezas) representativos de “lo mexicano”, que Frida y Diego recolectaron apasionadamente durante toda su vida. Aquí se pueden consultar las exposiciones temporales. Los domingos el acceso es gratuito.
En el mural “Sueños de una tarde dominical en la Alameda Central”, Diego Rivera condensó cuatrocientos años de historia mexicana. Junto a personajes históricos, como Hernán Cortez y Sor Juana Inés de la Cruz, se encuentran figuras que marcaron la infancia y la juventud de Rivera y él mismo aparece retratado como un niño, en compañía de Frida Khalo.
Es el lugar donde se conocieron Frida y Diego, en 1922, cuando él estaba pintando el mural “La Creación”, en lo que era entonces la Escuela Nacional Preparatoria. Ella tenía 16 años y él, 36. Es un sitio repleto de historia, ubicado en el centro de la Ciudad de México y, además del trabajo de Rivera, hay murales de Jean Charlot, Fernando Leal, David Alfaro Siqueiros, Ramón Alva, Fermín Revueltas y José Clemente Orozco.
Impactante colección de muralistas mexicanos. Además de los de Rivera, hay obras de Siqueiros, Tamayo, González Camarena y otros. Todo lo exhibido en el Museo vale la pena la visita. Los domingos la entrada es libre y gratuita y se debe pagar aparte para ver las exhibiciones temporarias.
Este parque de Coyoacán está lleno de árboles, flores y lugares para sentarse a disfrutar de un buen libro. Cerca de la entrada hay una escultura de Frida hecha en bronce, obra del escultor Gabriel Ponzanelli, frente a la que hay una fuente con la figura de una mujer sentada abrazando sus piernas. Los niños aman jugar con esta Frida tamaño real. Es un lugar perfecto para sentarse al final del día y reflexionar sobre la vida y la obra de una de las artistas más queridas del mundo.