1. Las casas y las paredes están pintadas de colores tan vívidos y alegres que hacen que mi casita gris azulada parezca un cementerio. Evidentemente, tanta explosión de color y alegría no es algo que tenga que agradecerle a esta ciudad…
2. ¡Y la gente me trata demasiado bien! Las señoras en el tianguis me dicen “reina”, “preciosa” y me regalan fruta. Y todos me desean que tenga “un bonito día”. Definitivamente, no creo merecer tan buen trato por parte de extraños…
3. Es tanta la oferta de fruta fresca en la calle que se me hace muy difícil no seguir los consejos de mi médico de comer algo rojo, algo verde y algo amarillo diariamente…¿Y quién quiere verse forzada a seguir los consejos del médico?
4. ¿Una ciudad en la que las casas, los mercados y los balcones tienen flores todo el año? ¿Es que a nadie se le ocurrió pensar que ese detallecito puede hacernos enamorar de la ciudad y querer quedarnos en ella para siempre?
5. ¡Y es tanta la comida riquísima que se puede comprar en la calle y en los mercados! ¿Qué voy a hacer cuando vuelva a mi país y no quiera cocinar? ¿Algo tan aburrido como ir a un restaurante?
6. ¡La oferta cultural es increíble, es la ciudad con más museos en todo el mundo y no me da tiempo a verlo todo! ¿Qué se creen, que mi día tiene 100 horas?
7. En la ciudad vivo momentos realmente mágicos. Y yo prefiero creer que el mundo no es un lugar tan encantador…
8. Además, me hice tantos amigos tan buenos y divertidos que ¡voy a tener que volver al menos una vez por año!
9. ¿Y esta vista? ¡Es como un flechazo del mismísimo Cupido!
10. No no, esta ciudad le trae demasiada inspiración a mi vida y es muy peligroso acostumbrarse a semejante bienestar…¡Ay, si sólo pudiera volver el tiempo atrás y no haber venido nunca! Ahora es tarde, ¡la Ciudad de México ha robado mi corazón! Y yo odio enamorarme…