1. Ya has visto ciudades y ya has visto montañas… y quien ha visto una, ha visto todas, ¿no es cierto? No te importa que la vista de Santiago con la cordillera de fondo sea majestuosa. Tú no necesitas ese telón de fondo a diario.
2. A ti no te interesa ser capaz de recorrer toda la ciudad en el Metro más moderno, rápido y limpio de América Latina. ¿Que harás si luego tus estándares suben y esperas ese tipo de servicio en todos lados?
3. ¿Cuatro o cinco vinos por cada degustación? ¿Será posible hacer eso y no terminar como tropa de beodos? Mejor no te arriesgues… Ni siquiera para probar vino de exportación producido en viñas locales ante tus propios ojos.
4. Conocer una de las casas de un Premio Nobel de Literatura no es para ti. Mira si te inspiras y te vuelves creativo con tanta poesía e historia alrededor…
5. Mejor no estar rodeado de sabrosas tentaciones por todos lados, incluyendo picadas de comidas «bbb». ¿Cómo harás luego para sobrevivir con la dieta monótona a la que estabas acostumbrado?
6. No querrás disfrutar de subir un cerro en medio de la ciudad, ni mucho menos maravillarte con los atardeceres rosas. ¿Y si los paisajes hermosos te tientan a que te quedes a vivir en Santiago?
7. Tantos colores y creatividad en las calles te harán preguntarte quién dejó escapar al arte de los museos. Y esa es una pregunta que inicia un camino de exploración intensa… Mejor te quedas mirándolo por TV desde el sillón de tu casa.
8. La vida nocturna de Santiago no para, sobretodo en algunos barrios como Bellavista, Brasil, Ñuñoa y Vitacura. Pero tú no querrás encontrar un bar abierto, una tocata o un carrete cualquier día de la semana. ¡Hay que ser serios, y solo trabajar y dormir!
9. ¿Quién, en su sano juicio, quiere zamparse una chorrillana un martes a la medianoche?
10. El delicioso aroma de los anticuchos, las empanadas y las sopaipillas invadirá tu sensible sentido del olfato. ¡Mejor mantente alejado de tanto manjar callejero!
11. Además, tendrás la posibilidad de esquiar en la mañana y después ver la puesta de sol en el mar… Te malacostumbrarás a la buena vida, así que ¡mejor no vayas a Santiago!