Se me ha ido el santo al cielo.
¿Qué santo? ¿Y no debería estar ya en el cielo, de todas formas? En realidad, no. El santo está siempre con nosotros y “se nos va al cielo” cuando se nos olvida algo que teníamos que hacer o que estábamos a punto de decir. “¿Qué estabas diciendo?” “Ay, no sé… ¡se me ha ido el santo al cielo!”. Se dice que la frase fue pronunciada por primera vez por un cura que estaba hablando sobre un santo en plena misa y, de pronto, olvidó qué iba a decir sobre él. Se le había ido el santo al cielo.