Dinos que nuestra comida no es «tan» picante.
Un italiano de paseo por México se atrevió a decir: «¡Tenemos chiles mucho más picantes en el sur de Italia!». Es lo último que dijo, pues su garganta sigue dañada después de haberse comido un chile toreado.
Omite decir “Buenos días” cuando entras al ascensor.
Puedes escupirle un pie a un mexicano –bueno, no, en realidad no puedes-, pero tal vez se ofenda menos que si no lo saludas con un «buenos días» cuando entras al elevador.