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A 20 minutos (en automóvil) de San José del Guaviare, en Colombia, se encuentra “Aguabonita”, un resguardo habitado por apróximadamente 45 familias Nukak. Este fotoreportaje es producto del encuentro con varios jóvenes de la comunidad, entre ellos Fabián, Gina, Mauricio y Joaquín, el hijo de Wembe (el líder del grupo).

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Los Nukak son un pueblo indígena semi-nómada que vive en las selvas de lo que hoy es el departamento del Guaviare. Tienen su propia lengua y costumbres, y se caracterizan por ser personas con una gran memoria gráfica. Ellos no cuentan sus años ni miden el tiempo con el reloj y el calendario gregoriano, por lo tanto no saben qué edad tienen. Además, suelen tener varios nombres, pues se los cambian continuamente dentro de los primeros 10 años de edad.

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Nukak significa "somos gente" y es el nombre que ellos prefieren para su grupo. Maku es un término que entre ellos se considera peyorativo, y significa "los No gente". Sin embargo, muchos fuera de la comunidad los conocen e identifican por "Nukak Maku", más allá de lo que ellos prefieren.
Al resto de la humanidad (tanto otros indígenas como personas de otras etnias), nos llaman “kauede”.

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En la actualidad, los Nukak se encuentran en situación de vulnerabilidad. Se enfrentan a problemáticas de dos tipos: el conflicto armado y algunas enfermedades.
El desplazamiento forzado, el narcotráfico, las fumigaciones con glifosato, el reclutamiento y el fuego cruzado entre diferentes actores armados han reducido la capacidad de movilidad de los Nukak en su propio territorio. Ya no pueden entrar a la selva ni desplazarse como antes, por lo que sus costumbres y hábitos han sido alterados.

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Se han asentado temporalmente en resguardos como “Aguabonita”, cerca de los centros urbanos, donde se dedican a la agricultura. En ocasiones, algunos deciden irse de Aguabonita, y quemando sus casas parten a otras reservas como “Caracol”, “Capricho”, “Guanapalo” o “Macusito”.
Durante la visita, uno de ellos nos contó que es difícil abandonar el nomadismo. Acostumbrado a ser un “andariego”, de repente le toca quedarse en un lugar fijo por semanas, meses y, a veces, hasta años.

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Los Nukak no tienen concepto de la propiedad privada, por lo que además tienen enfrentamientos con los dueños de fincas. Para los Nukak, los árboles son de todos. Para un dueño de finca, el árbol que está en su propiedad es suyo, así que acusan a los Nunak de “ladrones” cuando cogen frutas de los árboles.

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El choque cultural entre los Nukak y las personas que habitan los centros urbanos es grande, ya que hay diferencias en varias formas de ser y pensar. Entre ellos, por ejemplo, la poligamia es común. Joaquín (quien parece tener unos 23 años) tiene 3 esposas. “Siempre y cuando las puedas mantener, puedes tener el número de esposas que quieras”, nos dijo.

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Originalmente, eran cazadores, recolectores y pescadores. Si bien aún siguen realizando estas tareas, ya no las hacen con tanta frecuencia como hasta hace algunos años.
Uno de los días que estuvimos con ellos, fueron a pescar, una tarea en la que solo participan los hombres. Ese día utilizaron “barbasco”, un bejuco que atonta a los peces y permite que se puedan cazar más fácil, recogiéndolos con la mano.

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Las mujeres hacen artesanías. Tejen con fibra de palma de cumare diferentes objetos como hamacas y chinchorros, manillas y mochilas, que luego pintan con achiote, una semilla de color rojizo que extraen del árbol que lleva el mismo nombre.

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El achiote también lo utilizan para elaborar la pintura característica que llevan en sus rostros y cuerpos. Mezclado con otras sustancias, los ayuda a protegerse de los mosquitos. Este “maquillaje” también tiene connotaciones espirituales, puesto que al pintarse se blindan. Según Piers Clavert, fotógrafo y documentalista, “los Nukak usan la pintura en el rostro como armadura; llevar esos dibujos les da la fuerza que necesitan para enfrentar a la selva”. Ellos conocen bien la selva y desde pequeños le enseñan a sus hijos a amarla y respetarla.

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A pesar de los conflictos, que los ha vuelto menos confiados en quienes vivimos en centros urbanos, los Nukak son personas nobles, amables y orgullosas de su cultura.
Ir a Aguabonita es ver una forma de resistencia en lo cotidiano. Los Nukak viven en la mitad del conflicto colombiano y no quieren ser una parte negativa en él. Aguabonita es un pequeño proceso de paz, cotidiano y menos difundido, pero más valiente y humilde.