Se han asentado temporalmente en resguardos como “Aguabonita”, cerca de los centros urbanos, donde se dedican a la agricultura. En ocasiones, algunos deciden irse de Aguabonita, y quemando sus casas parten a otras reservas como “Caracol”, “Capricho”, “Guanapalo” o “Macusito”.
Durante la visita, uno de ellos nos contó que es difícil abandonar el nomadismo. Acostumbrado a ser un “andariego”, de repente le toca quedarse en un lugar fijo por semanas, meses y, a veces, hasta años.