1. A recibir el afecto y la atención de desconocidos
Una de las particularidades de la gente del norte es que somos muy reservados cuando no conocemos a alguien. No es que nos caigan mal los desconocidos, pero preferimos conducirnos con cautela. En contraste, la mayoría de las personas de la Ciudad de México me han tratado de lujo sin conocerme: en la calle, en fiestas, en el trabajo… Al principio puede resultar un poco raro, pero es bonito que el viene viene me abra la puerta del coche o que la señora del tianguis me regale una jícara en la compra de mis verduras. Por mi parte, solo me resta aprender a retribuir esa atención.