Photo: Konstantin Katuev/Shutterstock

10 datos curiosos sobre Panamá La Vieja

Panama
by Natalie Jurado 15 Nov 2018

DEL PRIMER asentamiento europeo establecido en la costa pacífica de América solo quedan unas ruinas que conocemos hoy como conjunto monumental histórico de Panamá Viejo o Panamá La Vieja. Esta ciudad, fundada el 15 de agosto de 1519 por Pedro Arias Dávila, celebra en 2019 el quinto centenario de su fundación, por lo que aquí les dejo algunos datos curiosos que probablemente no conocen sobre la precursora de la actual ciudad de Panamá.

1. ¿El enclave adecuado?

Nuestra Señora de la Asunción de Panamá, como Pedrarias la bautizó, no se construyó en el mejor sitio: era una zona fangosa e insalubre, donde el sol era (y es) inclemente y las mareas –que suben y bajan dos veces al día— obstaculizaban la llegada y salida de los barcos. Si a esta debilidad sumamos la escasez de fuentes de agua aptas para el consumo y los “malos vapores”, llegamos a la conclusión de que este sitio no fue la mejor elección.

De hecho, se cuenta que tras la inauguración de la ciudad en 1519 se intentó buscar un mejor lugar, pero los gastos y la inversión realizada eran cuantiosos, por lo que una mudanza a esas alturas no era factible.

2. Los puentes de la ciudad

La ciudad tuvo dos puentes: el del Rey y el del Matadero, que fungían como vías de acceso terrestre a la ciudad. El puente del Matadero, que era la salida a elegir si el destino era el Camino de Cruces, el río Chagres o la zona agrícola del interior (Natá de los Caballeros), pasaba sobre el río Algarrobo y se edificó para poder sortear la subida y la bajada de las mareas y para escapar de los caimanes. Se cree que este fue el puente por el que Henry Morgan y su comitiva entraron a la ciudad. Su nombre simplemente hace referencia a un matadero que se encontraba en ese lado de la ciudad y como dato curioso, sirvió para el paso de vehículos hasta el año 1953.

El puente del Rey, por su lado, es una obra representativa de la albañilería de la época colonial y cruzaba el río Gallinero. Espera, ¿no te suena el nombre de ese río capitalino? Pues normal, hoy día no lo llamamos Gallinero, sino que lo rebautizamos como Río Abajo.

3. Lugar de paso

Esta ciudad fue el punto de partida de las expediciones que “conquistaron” el imperio Inca del Perú y era puerto de escala de la ruta que llevaba a las famosas ferias de Portobelo y Nombre de Dios, por donde pasaba la mayor parte del oro y plata que los españoles extrajeron de América.

4. La vida sanitaria

El hospital San Sebastián se creó dos años después del nacimiento de la ciudad, disponiendo de escasos recursos económicos. A pesar de las donaciones de los vecinos, las dificultades eran tantas que se decía que “eran más los pacientes que morían en sus muros que los que sanaban”.

Ya en el siglo XVII las cosas mejoraron gracias a la administración de los monjes de la orden de San Juan de Dios, quienes atendían a los pobres, a las mujeres humildes y a los soldados, porque “los vecinos pudientes preferían curarse en su propio lecho atendidos por médicos graduados”. Como que la historia no ha cambiado mucho en este aspecto…

5. Sus grandes enemigos

Una ciudad donde la mayor parte de las construcciones y sus dos puentes de acceso fueron levantados en madera tiene en el fuego un gran enemigo, aunque no el único. Tres grandes incendios se encargaron de devastar la ciudad en 1539, 1563 y 1570 y por si fuera poco, en 1621 un fuerte terremoto también causó estragos. Nuestra primera ciudad tuvo una vida sacudida y eso que aún no he llegado a la parte de los piratas.

6. ¿Todo queda en familia?

Todos sabemos que el ataque de Henry Morgan en 1671 fue el que puso fin a los 152 años de historia de esta primera ciudad, pero él y su comitiva no fueron los únicos que se esforzaron por apropiarse de la riqueza que pasaba por esta importante urbe. Varios fueron los ataques que sufrió la ciudad a manos de diferentes asaltantes, pero me gustaría destacar aquel de los hermanos Hernando y Pedro Contreras. En 1550, estos dos hermanos, provenientes de Nicaragua, atacaron Panamá y se hicieron con 12 cajas de oro y mil barras de plata. Su buena fortuna no llegó muy lejos pues uno de ellos murió ahogado al huir y el otro fue apuñalado. Pero la parte más curiosa de esta historia es: ¿a que no adivinan de quién eran nietos estos ladrones? Pues del mismísimo Pedro Arias Dávila, fundador de la ciudad. ¿Casualidades de la vida?

7. La batalla final


La batalla por la conquista de Panamá la ganó Henry Morgan por ser mejor estratega que el entonces gobernador de la ciudad Juan Pérez de Guzmán. A pesar de que Morgan y sus hombres venían de una precaria marcha cruzando el istmo del Atlántico al Pacífico, este supo leer el terreno y planificar su estrategia mejor que los propios locales. La caballería de los españoles quedó enterrada en la llanura enfangada por las lluvias de los días previos, lo cual les restó agresividad y efectividad. Por otro lado los toros bravos que pretendieron usar para arrollar al conjunto pirata quedaron desorientados y asustados por el ruido y terminaron atropellando a la propia infantería española porque Morgan, muy hábilmente dio a los arcabuceros la orden de derribar a los jinetes. Cientos de prisioneros y heridos y 600 muertos fue el saldo de la batalla de Matasnillo para los españoles.

8. Un último as bajo la manga

Viendo la derrota como algo inminente, Pérez de Guzmán ordenó la retirada y mandó que se prendiera fuego a la casa de la pólvora para evitar que Morgan pudiese hacerse con la ciudad y sus tesoros. Originalmente se decía que había sido el pirata quien prendió fuego a la ciudad, pero suena poco lógico que tras pasar tantas penurias para tomarla, fuese a destruirla nada más llegar.

9. El altar de oro

Cuenta la leyenda que durante el ataque de Morgan, la orden de San José estaba levantando su iglesia en las afueras de la ciudad, muy cerca del puente del Rey, pero que a pesar de estar inconclusa ya exhibía su mayor tesoro, su joya dorada: su altar de oro.

Se cuenta que, alertado por la batalla, el fraile a cargo de la iglesia en ese momento, llamado Juan, tuvo la astuta idea de cubrir el altar de oro con una mezcla de óxido de plata para ennegrecerlo. Cuando Morgan llegó a la iglesia, se quejó a viva voz de su pobreza y fray Juan aprovechó para pedirle una limosna. La osadía del religioso hizo tanta gracia al pirata que ordenó darle el dinero requerido.

Verdad o leyenda, lo cierto es que el altar está actualmente en la iglesia de San José en el Casco Antiguo.

10. Costumbres que ponen la piel de gallina

Se cuenta que en una ocasión en la que Pedrarias Dávila se encontraba muy enfermo, su débil salud engañó a los médicos quienes lo declararon difunto. Estando ya dentro del ataúd, uno de sus criados escuchó sonidos extraños que venían de dentro del cajón y al abrirlo lo encontraron “resucitado”. Desde ese momento, Pedrarias adoptó la espeluznante costumbre de conmemorar la fecha haciéndose abrir una sepultura para acostarse en ella mientras escuchaba una misa que se hacía ofrecer. ¿Alguien con ganas de rememorar su costumbre?

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