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10 datos para entender el camino de la legalización de la marihuana en México

Estado de México
by Mirsa Aguirre 14 Nov 2015

1. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) concedió el amparo para uso “lúdico” de la marihuana y para su siembra y su consumo personal a cuatro personas que así lo habían solicitado. Quedan totalmente excluidos el comercio, el suministro y la distribución de la planta. La resolución no ampara a la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART), que formó inicialmente parte de la demanda, ni a la sociedad en general, sino que se limita a estos cuatro individuos que iniciaron acciones de amparo.

2. A pesar de que hasta ahora es ilegal su cultivo (salvo para las cuatro personas mencionadas en el punto uno), México es, según el diario español El País, el segundo productor mundial de cannabis y su principal exportador a EEUU. ¿Triste no? Esto quiere decir que, a pesar de los grandes  esfuerzo del gobierno y de la sociedad civil, el trasfondo de la ilegalidad sigue pesando, con las consecuencias de migración, pobreza, muerte, trabajo no regulado, así como las condiciones en las que se producen esos empleos.

3. De legalizarse el comercio, ya como mercancía, se tendría que pagar mínimo el impuesto del 16% al valor agregado, pero habría un mercado muy amplio de ilegalidad, como ocurre con el alcohol y los cigarros de tabaco. Lo bueno de esto es que se podrá elegir de dónde proviene el producto que se desea consumir, lo que permite mayor vigilancia en el consumo, el cultivo, el tráfico y los hábitos del consumidor.

4. México despenalizó el consumo de drogas en el 2009. En el caso de la marihuana, está permitido portar hasta cinco gramos, pero la posesión, la compra y la venta sí se consideran un delito. El Código Penal establece penas de 10 a 25 años de prisión para quien produzca, trafique o recete sin licencia algún narcótico.

5. La ley establece que sólo es legal portar cinco gramos de marihuana para su “estricto e inmediato consumo personal”; sin embargo, la ley es confusa en este aspecto ya que -para que te des una idea- un cigarro de tabaco equivale a 0.75 gramos, incluyendo el peso de otras sustancias con las que esté mezclado el tabaco. Con cinco gramos se podrían armar entre seis y siete cigarros de marihuana. ¿Podría considerarse esta cantidad de cigarros como si fuera para “estricto e inmediato consumo personal”?

6. Existe el mito de que todos en México consumimos marihuana y esto se debe en parte a las noticias sobre decomisos, tráfico y plantíos. Lo cierto es que pocos son los sectores de la población que la consumen. Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2014, 4.7 millones de mexicanos consumen marihuana, lo que representa el 3.5% de la población.

7. Solo el 1.4% de los mexicanos entre 12 y 65 años acepta que consume marihuana (Encuesta Nacional de Adicciones 2011).  

8. Según Carmen Fernández Cáceres, Directora de los Centros de Integración Juvenil (CIJ), en 23 estados de México la marihuana supera el consumo de tabaco y en diez al de alcohol como droga de inicio. El tabaco y el alcohol son drogas reguladas en México y esta regulación ha logrado que se prohíba su venta a menores de edad, esto sumado a las campañas de prevención para tratar estas adicciones. No existe ningún equivalente para la marihuana. El estatus de ilegalidad en que la marihuana se trata en México hace que no existan programas adecuados de información sobre su uso.

9. Como dato curioso, el escritor mexicano Jorge García Robles recopila más de mil términos que los mexicanos usamos para referirnos a la marihuana, entre las que se encuentran de la buena, de la verde, diosa verde, Mary Poppins, Mois, Mora, Mota, Mary Jane, darte un gallo, las tres, Jale, yerba vaciladora y un quesito (“Antología del vicio. Aventuras y desventuras de la mariguana en México”, Laberinto Ediciones).

10. La ”guerra contra las drogas” se ha cobrado muchas más vidas que las drogas en sí mismas. En México murieron más de 60.000 personas entre 2006 a 2012. En casi todo el mundo, y especialmente en América, desde los años 70 y 80 la lucha contra las drogas se basó en la represión y la criminalización, y no en la prevención y en la rehabilitación.