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10 expresiones del español con denominación de origen

by Ana Bulnes 18 Apr 2017

1. Pasar una noche toledana

¿Es imposible dormir en Toledo? Eso es lo que parece sugerir esta expresión que usamos para referirnos a las malas noches, a esas en las que damos vueltas en la cama sin conseguir pegar ojo. Su origen no está del todo claro: la teoría más extendida es la que relaciona la expresión con la Jornada del Foso de Toledo, cuando el gobernador Amrús-al Lleridi, en el siglo IX, invitó a la nobleza de la ciudad a una cena en su palacio… y los decapitó a todos para vengar la muerte de su hijo. No obstante, esta historia parece carecer de base histórica real. Otra teoría menos extendida pero más plausible es la que culpa a los mosquitos: es la que cuenta Sebastián de Covarrubias (toledano, así que enterado del tema) en su Tesoro de la lengua castellana: «Noche toledana, la que se pasa de claro en claro, sin dormir, porque los mosquitos persiguen a los forasteros, que no están prevenidos de remedios como los demás».

2. Irse por los cerros de Úbeda

Nos vamos por los cerros de Úbeda cuando en una conversación divagamos, enlazamos temas que quizá no tengan mucho que ver con el original y acabamos hablando de cualquier otra cosa (puede ser involuntario o voluntario, muy práctico cuando queremos evitar ciertos temas). ¿Por qué llamamos a esto irse por los cerros de Úbeda y no, no sé, irse por las llanuras de Castilla? La teoría más extendida y con más base real desmonta un poco nuestra imagen mental de la ciudad jiennense de Úbeda con unos cerros por los que perderse: la expresión parece venir más bien de Idubeda, unos montes que estarían en algún lugar del norte de la Península (posiblemente el Sistema Ibérico). Según Covarrubias, estos montes «van discurriendo por muchas partes y toman diversos nombres según los lugares por donde pasan». Hay otra teoría, más divertida pero posiblemente inventada: un alto cargo militar de Fernando III se perdió una batalla y volvió justo cuando ya había acabado. ¿Su excusa? Se había perdido por los cerros de, ahora sí, Úbeda.

3. Estar en babia

¿Adónde vamos cuando nos quedamos absortos, perdidos en nuestro mundo interior y ajenos a lo que pasa a nuestro alrededor? A las nubes, sí, pero también a un lugar mucho más alcanzable: la comarca de Babia, en León. Si has estado en la zona comprenderás perfectamente la expresión; Babia es un lugar retirado, rural, lleno de montañas y prados y lugares en los que perderse lejos del mundanal ruido. Es también adonde iban los reyes leoneses cuando buscaban relajarse, descansar y desconectar.

4. El que fue a Sevilla perdió su silla

¿A quién no le han robado nunca su asiento tras levantarse dos minutos y ha sido recibido con un jocoso «quien fue a Sevilla…»? No hay que usarla de forma tan literal (la segunda parte, pocos perdemos la silla por irnos a Sevilla de verdad), podemos referirnos a puestos de trabajo y hasta a amistades perdidas, pero ¿de dónde viene? Lo más extendido y también probable —aunque, como veremos, hay un detalle que no tiene mucho sentido— es que todo tenga que ver con dos miembros de la familia Fonseca allá por el siglo XV: Alonso de Fonseca recibió el arzobispado de Santiago de Compostela en 1460, gracias a la influencia de su tío, otro Alonso de Fonseca que era arzobispo de Sevilla. Como en el reino de Galicia las cosas estaban algo turbulentas, decidieron intercambiarse el puesto: el tío se fue a Santiago, el sobrino a Sevilla. Pero cuando las cosas se tranquilizaron en Galicia y Alonso senior quiso volver a Sevilla, su sobrino no quiso hacer el cambio. Al final lo consiguió, pero tras la mediación del rey, el papa y una intervención armada. ¿Lo que no tiene sentido? Que el que perdió su silla no fue el que fue a Sevilla, sino el que abandonó su trono allí.

5. ¿Te crees que esto es Jauja?

Jauja es, atendiendo a esta expresión, una especie de paraíso: un lugar en el que todo es fácil, en el que no tenemos que esforzarnos, en el que todo nos viene dado. ¿Te preguntas nervioso dónde está para poder tomar el próximo avión? No busques más: Jauja es una provincia de Perú, en pleno altiplano, famosa por la fertilidad de su suelo y, en el siglo XVI, con fama de ser de verdad ese paraíso. «En la tierra de Jauja hay un río de miel y otro de leche, y entre río y río hay una fuente de mantequilla y requesones, y caen en el río de la miel», es «un lugar en donde pagan a los hombres por dormir», escribía Lope de Rueda en 1547. Hay también una Jauja en Córdoba (España), pero posiblemente menos fértil y maravillosa: su ciudadano más ilustre fue un bandolero, José María El Tempranillo.

6. Entre Pinto y Valdemoro

¿Adónde nos vamos cuando nuestra indecisión nos sitúa entre Pinto y Valdemoro? A dos localidades madrileñas muy próximas —las separan apenas unos seis kilómetros—, de las cuales la primera, Pinto, es el centro geográfico de la península. ¿Por qué allí? Lo único que parece claro es que todo tiene que ver con el vino: en el siglo XVII, los vinos de ambas localidades tenían renombre en Madrid y estar entre Pinto y Valdemoro no era estar indeciso, sino con un puntillo alcohólico. También se cuenta, sin ninguna clase de base, una divertida historia de bar: el héroe de la historia hizo una ruta de vinos por Pinto y decidió continuar en Valdemoro. Dato importante: ambas localidades estaban separadas por un arroyo que nuestro protagonista iba saltando, jugando a estar en Pinto o en Valdemoro según el lado en el que estuviese. Ya imaginamos cómo sigue la historia: caída al agua y conclusión «ahora estoy entre Pinto y Valdemoro».

7. No se ganó Zamora en una hora

Es decir, paciencia; todo lleva su tiempo. De hecho, si nos atenemos al hecho particular que parece haber inspirado el dicho, el asedio de Zamora en 1072, la ciudad no se ganó ni en una hora ni en dos ni en los siete meses que duró el sitio. El rey Sancho II fue asesinado durante el cerco —quería arrebatarle la ciudad a su hermana Urraca e integrarla en su reino de Castilla— por un noble leonés infiltrado en el ejército castellano. Y esto es imposible saberlo, pero se cuenta que aprovechó que Sancho estaba haciendo sus necesidades para atravesarlo con su lanza. Zamora nunca se rindió.

8. Salga el sol por Antequera

Más historias de guerra y conquistas; en este caso, la de Antequera por parte de don Fernando, regente de Castilla, en 1410. Según el propio Fernando, se le apareció Santa Eufemia en su campamento en Córdoba cuando no sabía qué tierra conquistar —#firstworldproblems de la época— y le dijo «salga el sol por Antequera y que sea lo que Dios quiera». Hay más teorías, todas algo extrañas y demasiado basadas en la fe o en la imposibilidad de que salga el sol por Antequera (por su situación geográfica… aunque depende de desde dónde miremos). El creador del dicho parece haber querido simplemente ejemplificarlo: la indiferencia ante las consecuencias de algún acto. Un acto como crear una expresión con poco sentido.

9. Tomar las de Villadiego

Villadiego es en el imaginario popular, si hacemos caso al dicho, una localidad habitada por forajidos. ¿Dónde está en realidad Villadiego y por qué es el lugar por el que parece huir todo el mundo? Aquí las teorías difieren tanto que algunas —las que en realidad no saben dar respuesta a la incógnita— dicen que Villadiego es una persona y no un lugar. Las que optan por el topónimo, no obstante, son las que parecen más acertadas: Villadiego era según estas teorías una localidad de Burgos con población hebrea, a la que Fernando III el Santo, en plena persecución a los judíos, ofreció protección real. Y allí se iban todos los judíos a refugiarse, huyendo de las persecuciones a las que eran sometidos en Toledo y Burgos.

10. De la ceca a La Meca

Primera duda: ¿qué es la ceca? (porque lo de La Meca lo tenemos bastante claro). Según el DRAE, se trata del ‘establecimiento oficial donde se fabricaba y acuñaba la moneda’ (y, sí, se trata de un término árabe). Como explica Juan Gil en La ocasión la pintan calva —fuente principal para este artículo— este ir de un lado a otro al que nos referimos con la expresión, sería en su origen algo tipo ‘ir de lo humano (el dinero) a lo divino (La Meca)’.