Imagina que la Libertad guiando al pueblo lleva otra bandera.

10 ocasiones en las que el pueblo venció a la RAE

by Ana Bulnes 26 Jan 2017

Imagina que la Libertad guiando al pueblo lleva otra bandera.

Pocas cosas nos gustan más que discutir sobre la lengua, o por lo menos esa es la conclusión a la que se llega con solo echar un vistazo a la sección de comentarios de cualquier artículo sobre la polémica estrella de los últimos años en materia normativa del español: ¿debe solo llevar tilde? (¡no! ¡nunca! —esta [sin tilde o acento gráfico, como prefiráis] es mi acalorada aportación al debate—).

«¡Estamos destruyendo el español!», gritan los más comprometidos. Y ¿de quién es la culpa? ¿a quién miraremos con odio cuando escribamos todo con ka y sin hache y sin ton ni son? Todo el mundo lo tiene claro: no es culpa de internet ni de los políticos ni de la ESO. La culpa de de todo la tiene la RAE, que lleva años pervirtiendo nuestro idioma y alejándolo de aquel estado puro en el que se escribió el Quijote, perdón, Quixote.

Pero no siempre ganan. A veces, el pueblo se rebela y logra que la malvada RAE recule y rectifique. Estas son algunas de esas ocasiones en las que el pueblo dijo «sí se puede» y pudo, para que los defensores de tildes obsoletas conservéis la esperanza.

NOTA: El pueblo siempre gana a la RAE, claro, el problema es que no siempre nos gusta. Nos escandalizamos ante la aparición en el DRAE de nuevos vocablos fruto de esa relación cercana de la academia con el pueblo llano (¿¡papichulo!? ¿¡friki!?), pero también cuando se niegan a admitir como correcto algo que usamos mal (¿en base a qué se atreven a corregirnos?).

1. Cesar

Los periodistas deportivos llevan décadas hablando de entrenadores que han sido cesados, pese a la oposición constante de la RAE a usar ese verbo como transitivo: tú podías cesar en tu cargo, pero nadie te podía cesar a ti (te destituían). En el Diccionario Panhispánico de Dudas (2005) seguían insistiendo en esto, pero en la última edición del DRAE, de 2014, aparece ya como cuarta acepción ‘destituir o deponer a alguien del cargo que ofrece’.

2. Adonde/a donde

Esta es una de esas normas que desaparecen porque, en realidad, nadie supo nunca de su existencia. La recomendación decía que se podía usar adonde hubiese o no antecedente expreso (el lugar adonde vas), pero a donde solo cuando no (vayas a donde vayas). En el DPD (2005) ya dicen que desisten, puesto que «la recomendación no ha cuajado en su uso». Se puede leer entre líneas cierta tristeza.

3. Campin, parquin, ranquin

Ah, los préstamos lingüísticos, ese campo en el que siempre, siempre, siempre hay polémica. La RAE tiene una serie de ideales escalonados: cuando el primero no cuaja, admite a regañadientes el siguiente. En su mundo idílico, no necesitaríamos importar palabras de otras lenguas: ¿por qué decir parking si tenemos aparcamientos? Si el pueblo decide adoptar vocablos extranjeros y olvidar los propios, la RAE dice que vale, pero que lo ideal sería escribirlos adaptándolos al español. Como hicimos con el fútbol y el escáner. Aquí es donde suelen aparecer los problemas: en 2005 proponían campin (¡plural cámpines!) en vez de camping, parquin en lugar de parking, ranquin para ranking. En la última edición del DRAE esa recomendación desaparece. No hay cámpines ni párquines ni ránquines por ningún lado. Una vez más, la rebelión silenciosa del pueblo —esa que se logra ignorando la existencia de ciertas sugerencias— salía victoriosa.

4. Yaz

El parquin del siglo XX fue el yaz, otra de esas adaptaciones en cuyo intento de estandarización la RAE fracasó estrepitosamente. Ah, ¿no sabes qué es el yaz? Quizá estés más familiarizado con su forma originaria y ahora aceptada en español: jazz. En 1970 aparece por primera vez en el diccionario este ‘cierto género de música bailable derivado de ritmos y melodías de los negros norteamericanos’ y y ese yaz sin jazz continúa en el DRAE en 1992. En 2001, finalmente, en la RAE admiten que ni ellos mismos lo escriben así y desaparece la extraña adaptación y aparece por primera vez (¡ya en el siglo XXI!) el jazz en el diccionario.

5. Bum

Algo similar pasó aquí: las explosiones siguen haciendo bum, pero ahora el DRAE ya incluye también boom como ‘éxito o auge repentino de algo’. Porque sí, en 2005 preferían que escribiéramos sobre el bum de la literatura hispanoamericana.

6. Abolir

Puede que lo recuerdes o puede que no: hubo un tiempo en el que abolir era un verbo defectivo, es decir, podían solo conjugarse determinadas personas y tiempos. La regla parecía totalmente arbitraria (no lo era, la RAE tiene sus razones): solo se podían conjugar las formas cuya desinencia empezaba por i. Es decir, podías decir «yo abolía», pero no «yo abolo». Ya no es así: el DPD indicaba en 2005 que esas otras formas con otras vocales eran consideradas válidas.

7. Abducir

Dicen los fans de Expediente X que aquí la justicia se hizo gracias a la serie. ¿Te preguntas qué justicia, qué problema había con abducir? Sencillo: no apareció en el diccionario hasta 2010 (llegó al DPD ya en 2005). Ahora todos nos preguntamos qué hacían los extraterrestres antes cuando llegaban a un país hispanohablante. Suponemos que se limitaban al turismo.

8. Enervar

¿Te enerva toda esa gente que usa mal ciertas palabras? Eso mismo les pasaba a los académicos con la gente que usaba enervar como ‘poner nervioso o irritar’ —¡galicismo!— y no como lo que de verdad significaba, ‘debilitar’. En 1996 se rindieron ante la evidencia y la nueva acepción apareció en el diccionario.

9. Gallego

Los gallegos somos algo susceptibles. Ya no llevamos del todo bien que en toda Hispanoamérica seamos sinónimo de español, pero como no nos gustan los conflictos lo dejamos pasar. Pero lo de que el DRAE recogiese que en Costa Rica gallego significa ‘tonto’ eran palabras mayores. ¡Y vencimos! Los costarricenses podrá seguir usando esa acepción, pero al menos ya no tienen el beneplácito de la RAE.

10. Bizarro

¿Venció el pueblo? ¿Fue el moderneo? ¿Tenía que haberse plantado la RAE y decir «por aquí sí que no paso»? Estarás en un bando o en el otro, pero la realidad es la que es: tras años de modernos usando bizarro como ‘raro’ y no como ‘valiente’, esta acepción aparece como primera en el Diccionario de Americanismos de las Academias de la Lengua. En el de la RAE, eso sí, todavía no está. Así que si no eres chileno, puertorriqueño ni argentino, todavía podemos seguir criticándote por decir que te pasó algo muy bizarro.