5,7 millones de niños trabajan sin haber cumplido la edad mínima de admisión al empleo en América Latina y el Caribe. Es una cifra que asusta, ¿no?
A más de una década después del establecimiento del Convenio nº 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), referente a las peores formas de trabajo infantil, aún persiste el empleo de los niños en tareas que ponen en riesgo su integridad física y psicológica, impidiendo su desarrollo escolar y reproduciendo las condiciones de pobreza estructural.