1. Ser esa persona en la fiesta de la oficina…
Porque siempre pasa. Todo es felicidad y sana convivencia hasta que de pronto se hace presente ese personaje, ese mismo que aparentaba estar totalmente sobrio hace cinco minutos y ahora le está diciendo al gerente que, con todo el respeto que se merece, es un soberano pendejo. Eventualmente va a querer bailar de cartoncito con quien se le ponga enfrente, le confesará su amor a Lupita la de recursos humanos e intentará prolongar la fiesta mientras va repartiendo verdades a diestra y siniestra. Si no recuerdas que esto haya ocurrido alguna vez, pero tampoco tienes recuerdos muy claros de la fiestas de fin de año… es momento de que pongas orden en tu vida.