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11 señales de que eres una mamá mexicana en los Estados Unidos

México Estados Unidos
by Nancy Escárzaga 15 Nov 2016

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1. Vistes a los niños con mil capas de ropa.

It’s cold here! I get it. Pero pobres de nuestros chiquitos cuando son los únicos que llegan al colegio con leggings, playera térmica, bufanda, gorrito y un chamarrón que parecen el de las llantas Michelin. Por mi experiencia he aprendido que la que tiene frío soy yo, no el niño.

 

2. Llevas a tus hijos al pediatra al estornudo número tres.

Como buena mamá primeriza, y alentada por los consejos de mi mamá y mi suegra, llevaba a mi hijo al pediatra ante el primer signo de gripe. Aprendí a la mala que esto sólo servía para que me mandaran de regreso a casa pensando que soy una lunática exagerada y con veinte dólares menos del Copay. Ya aprendí: gotas salinas y Tylenol si hay fiebre. ¡No más!

 

3. Tienes ese dilema con el apellido.

Cuando me casé no cambié mi apellido por el de mi esposo. En primer lugar, porque esa no es la costumbre en México, pero también porque mi apellido me gusta más ( no le vayan a decir). Todo esto tiene como resultado que mi hijo no tenga mí mismo apellido… a veces me pregunto si la gente no piensa que sólo soy la niñera.

 

4. No has abandonado la tradición de hacerles una piñata de cumpleaños.

Aunque las piñatas son de México, ahora puedes encontrar unas súper bonitas hasta en el Target. Good to know! Qué bueno que en este país están abrazando nuestras tradiciones.

 

5. Has relajado tu sentido de la moda.

A las mamás gringas no les importa andar en pants todo el día, todos los días. Y eso no implica que vengas o vayas al gym ni nada. ¡Puedes ir así al súper y hasta al cine! Ahora sí aplique la de “al pueblo que fueres, haz lo vieres”. Por eso Dios invento los yoga pants.

 

6. Has utilizado el clásico, good job!

Tengo mixed feelings sobre esto. Me gusta que les digan a los niños que hicieron un buen trabajo… ¡pero es que se los dicen tanto! Estornudan, “good job!” se echan uno, “good job!” Por eso mi hijo se me queda viendo con cara de ¿qué esperas mamá?, para que lo felicite a cada paso que da.

 

7. Has sido sorprendida por el “smash the cake!”

Wtf? Yo no sabía que esto existía, al menos no lo había visto en México… claro que tampoco es que yo tuviera mucha experiencia en eventos infantiles cuando vivía allá. El chiste es hacerles a los niños una sesión fotográfica en su primer cumpleaños, ¡mientras aplastan su pastel! Es súper cheesy y ¡me encanta! ¡Me encantan las niñas con su tutú! En su primer año, mi hijo ni siquiera quiso tocar el pastel. Ni modo, será pa’ la otra.

 

8. Sabes de la existencia de clases de mandarín for toddlers.

¡Amonos cabrón! Todavía no hablan ni inglés, pero ya quieren enseñarles mandarín. Qué son esas ma… ñanitas que cantaba el Rey David.

 

9. Eres parte de algún grupo de mom to mom.

Omg, ¡hay un chingo de esos! Nunca los había oído en México, pero bien dicen que la basura de unos es el tesoro de los otros y con esta crisis pues qué más da. ¡De todo venden! Ya lo dice la ley de Say: toda oferta crea su propia demanda y vaya que sí. A veces me dan ganas de comprar todos los vestiditos de niñas que aparecen por ahí, ¡son hermosos! Claro que luego digo “¡Ay, chinga! ¡Si yo ni niñas tengo!”

 

10. Y ya que estamos en esto de las ventas…  

¡No pueden faltar en tu vida los benditos cupones! Cupones en el súper, cupones en el correo, en las revistas, en el email. ¡Pero si viera comadre, que a veces hay unos re buenos! Cabe mencionar que también adopte esta práctica, pese a que muchas veces terminas gastando más porque el descuento implica una compra mínima. Eso sí, terminas con un sentimiento de savvy shopper que no puedes de la felicidad.

 

11. Has sucumbido a los nuggets de pollo y a los hot dogs.

Quisiera decir que las mexicanas les damos sopa de verduras y pescado, pero sería mentira (bueno tal vez haya algunas que sí). Yo lo intenté y fracasé, lo confieso. Mi hijo es uno de esos picky eaters y su dieta se basa en tres alimentos básicos: queso, yogurt y bananas, ¡pero se ve sanito y rebosante! Ojalá que no se me haga chango con tanto plátano (me refiero al niño, eh).