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11 topónimos de Galicia inesperados (o simplemente bonitos)

Galicia
by Ana Bulnes 19 Oct 2017

En Galicia somos expertos en toponimia. A todo rincón, regato o roca le ponemos nombre, algo que siempre confunde a todo foráneo al que se le intenta explicar el tema de los lugares, las parroquias y las comarcas. La lista oficial de topónimos, esa que recoge la Xunta, tiene 41.409 entradas que incluyen solo la toponimia mayor. Según calcula el Proxecto Toponimia Galega, como explicaba La Voz de Galicia, la densidad es de entre 45 y 50 topónimos por kilómetro cuadrado.

Esto explica cosas como que de los 35 topónimos más repetidos en toda España, 34 sean gallegos (A Igrexa, O Outeiro, O Castro, Vilar, A Torre, O Pazo, Outeiro, O Vilar, A Casanova, Vilanova, A Costa, O Souto, A Pena, O Casal, Vilariño, O Campo, O Cruceiro, Piñeiro, Pazos, A Eirexe, San Martiño, O Coto, A Pedreira, A Ponte, A Veiga, Castro, A Ermida, A Devesa, O Carballal, O Piñeiro, A Gándara, A Fraga, A Cruz, O Pereiro). El 6% del territorio de España, pero cerca de una tercera parte de los topónimos.

Esta lista recoge solo algunos de los más curiosos, llamativos o simplemente bonitos.

1. Agromán

No, no es el superhéroe que tenía que haberse ocupado de apagar incendios estos días a falta de una política forestal decente o un número adecuado de brigadistas o, en fin, un mundo sin cambio climático (o sí, todos los vecinos que ayudaron fueron héroes de esos que no deberíamos necesitar). Agromán es el nombre de una aldea de la parroquia de Rubiáns, en Vilagarcía de Arousa. Como cuenta Fernando Cabeza Aquiles en Toponimia de Galicia, el sufijo -mán podría venir del adjetivo latino mediana, que está en el medio. Se cree que Agromán podría haber sido en su origen agrumedianu, algo tipo terreno cultivado que está en el medio. [El nombre oficial es Agromao, pero es menos divertido].

2. A Escravitude

Uno de esos topónimos que a nosotros nos parecn normales pero que serían impensables en, por ejemplo, Estados Unidos. Claro que la aldea de Padrón que se llama así nada tiene que ver con el comercio de esclavos, sino más bien con el Santuario da Nosa Señora da Escravitude que hay allí. En cuanto a lo de Escravitude y la leyenda que propició la construcción del santuario, se cuenta que un enfermo de hidropesía hacía el Camino de Santiago, se paró a beber en una fuente que hay en ese lugar, y 72 horas después estaba curado. Al darse cuenta, exclamó «Grazas, Virxe, que me libraches da escravitude do meu mal». El santuario, que se empezó a construir en el siglo XVI, se hizo tan importante que provocó que el nuevo topónimo casi anulase el anterior, Santa María de Cruces (nombre de la parroquia).

3. Os Ánxeles

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No hace falta ir hasta California para visitar Los Ángeles, claro que no. En Galicia tenemos nuestro Os Ánxeles, una parroquia de Brión que se llamaba antes Perros. A la Iglesia no le gustaba demasiado ese nombre (el nombre completo era Santa María de Perros), así que el topónimo de la parroquia se sustituyó por Santa María dos Ánxeles allá por el siglo XVI.

4. Boimorto

Una publicación compartida de Monty Montero (@monteromonty) el

En la toponimia hay también un montón de false friends. Boimorto parece un nombre transparente, así que nos imaginamos una aldea nacida alrededor de un buey muerto (historia fundacional algo extraña, pero las historias fundacionales siempre lo son). La realidad, no obstante, es algo más aburrida. Los dos Boimortos que hay en Galicia, uno en Ourense y otro en A Coruña, están en lugares bastante pedregosos. *Boi-, que aparece en muchísimos topónimos, significaría ‘piedra’, y -morto podría venir del preindoeuropeo *mor, también ‘piedra’. Otra teoría más cercana a nuestros deseos es que *boi- designe a una piedra con forma de buey, pero parece menos probable.

(Ahora párate un momento e internaliza la antigüedad del topónimo: hablamos de raíces preindoeuropeas. Hace varios miles de años).

5. O Corpiño

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Nosotros ya estamos acostumbrados, tanto que O Corpiño es sinónimo de exorcismos —hecho que tampoco nos sorprende y quizá debería—. Cuéntaselo a alguien de, por ejemplo, Madrid. «Que sí, que el sitio de Galicia clásico para ir a que te saquen el demonio de dentro se llama Corpiño». Fíjate bien en cómo se abren sus ojos. Por supuesto, nuestro amigo madrileño está pensando en un corpiño en castellano y no en gallego: corpiño como diminutivo de corpo (cuerpo). Estos corpiños se refieren a pequeños cuerpos momificados antiguos cuya aparición y veneración popular motiva normalmente el topónimo (y muchas veces la construcción de una iglesia). Hay más Corpiños que el de Lalín: un monte en Caldas de Reis y otrol al lado del Santuario da Nosa Señora da Barca, en Muxía.

6. Exipto

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Después de visitar Os Ánxeles puedes optar por algo más exótico, todo sin salir de nuestra Comunidad: ¡Exipto! Es un lugar en Boiro en el que hay una capilla dedicada a la virxe de Exipto (virgen de Egipto): se venera la imagen de la Sagrada Familia en su huida a Egipto. El origen es este, pero eso no significa que no haya que tomarse el topónimo en serio: en Exipto han decidido explotar su curioso atractivo turístico construyendo una pirámide de tres metros y medio de altura. (Hay otro Exipto en la provincia de A Coruña, en Cabana, pero sin pirámide).

7. Gurugú

Gurugú parece un topónimo un poco de broma, pero no lo es: existe y es un monte en el municipio de Saviñao (Lugo). Es también el nombre de una montañita de Marruecos y la teoría más extendida es que el nombre del monte lucense lo pusieron los combatientes gallegos de la guerra de Marruecos, en la que el Gurugú marroquí fue escenario de varias batllas. Hay otro Gurugú en Galicia: el barrio Falperra de A Coruña también es conocido por este nombre.

8. A Picha

Por supuesto, también hay que hablar de esos lugares a los que nunca irás con una excursión de instituto solo por no aguantar a los adolescentes emocionados por el topónimo. El clásico es Vilapene, en Lugo, pero tenemos también A Picha, en Friol. Y, sí, hay cierta relación entre lo que estás pensando y el nombre del topónimo: se cree que tanto este como el más común Picho se refieren al caño de una fuente más o menos picudo (del céltico *bicc ‘punta, pico’). Estos topónimos hablan de lugares en los que había alguna fuente o, por asociación, cascada. La relación con la otra picha gallega es fácil de adivinar.

9. Fisterra

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Que sí, que este nos lo sabemos todos, pero quizá por eso pocas veces nos paramos a apreciar su belleza, su significado, su realidad. Cualquiera que haya estado en Fisterra y haya subido hasta la punta del cabo y trepado alguna roca para sentarse a contemplar el océano lo sabe: claro que los romanos creían que era el fin del mundo. Cuando cae el sol sobre el horizonte, cuando ves esa llamarada salir del agua, por un momento te preguntas si no tendrían razón.

10. Beethoven

Está aquí por curioso y no es nada oficial (ni gallego, evidentemente), pero la oficialidad de la toponimia no importa mucho, es solo el paso posterior. Primero, la gente pone nombre a un lugar; después, las autoridades oficializan. Y en Porriño hay un monte al que llaman el Beethoven por una razón más que válida: en lo alto hay unas rocas dispuestas de forma que recuerdan a un pianista en plena interpretación. (Foto aquí).

11. O Hío

Una publicación compartida de xabre (@xabre_) el

El Ohio gallego está en Cangas, rodeado casi por completo de agua, punto clave para entender el topónimo. Aunque hubo un tiempo en el que se creyó que este tipo de nombres venían de ídolo, lo cierto es que ahora se cree que lo más probable es que O Hío sea un caso más de hidronimia (nombres de ríos, etc.) paleoeuropea. Se trata de una serie de topónimos referidos a ríos o a algún lugar con agua que están repartidos por toda Europa y que, aunque no encajan en ningún grupo lingüístico indoeuropeos, son claramente indoeuropeos. Cómo se llega a O Hío desde esa raíz indoeuropea no es fácil de entender, pero si te apetece leer sobre el tema en este artículo se explica bastante bien.

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