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12 defectos de los almerienses que el resto del mundo desearía tener

Almería
by Eva Castillo 16 Jul 2018

1. Somos muy campechanos

No es que queramos imitar al rey emérito Juan Carlos I. Ser almeriense es que te corra por las venas la campechanía. Nuestra amistad siempre es de lo más natural y sencilla, nada ceremoniosa, y te abre las puertas de nuestra casa con total confianza y generosidad.

2. Puede que las tertulias de la sobremesa nos las tomemos demasiado en serio

Y es que los almerienses somos muy dados a quedar para comer con los amigos o la familia, después tomarnos el café, para seguidamente tomarnos la primera copa de la media tarde con la que casi seguro acabamos pidiendo un par más para hacer tiempo hasta la hora de la cena.

3. Nos quejamos una mijilla del tiempo

Almería tiene mucha fama y presume de buen clima y de ser una de las ciudades de Europa con más horas de sol. Rodolfo Lussnigg (empresario turístico austriaco establecido en Almería) denominó a la costa de Almería en su propaganda y promoción turística como la Costa del Sol (aunque ahora esta denominación la lleva otra provincia andaluza) y como lema, muy conocido, estableció «Almería, la ciudad donde el sol pasa el invierno». Pero no es oro todo lo que reluce. También hay muchos días al año de viento en todas sus variedades: lo mismo amanece con un ponientazo que acabas acostándote con un abrasador levantazo cual incluye, en muchas ocasiones, arena del Sáhara. La lluvia, un bien preciado y escaso, ¡también la necesitamos! Y para los #winterlovers nos gustaría que el invierno durara, al menos, lo que está establecido como estación invernal, además de que llevara consigo sus correspondientes fenómenos propios de esta época como el frío y la nieve.

4. Nos va el chismorreo

Almería es muy pequeña y es raro no hacerte amigo nuevo de alguien que tenga otro amigo que ya conocías o que había estado saliendo con la hija de tu vecina, o cuyo primo había estudiado contigo en el colegio. Además, una manera de confiar en un nuevo amigo que no conoces de nada es preguntándole a cuál barrio pertenece, porque seguramente allí tengas ya amigos o conocidos quienes a su vez te puedan asesorar en esta nueva amistad. Los almerienses somos así, disponemos de todo un entramado de contactos que en menos de una hora te habrán examinado de arriba abajo y te habrán sacado parentesco con alguien, aspecto que puede estar a tu favor o en contra dependiendo de donde vengas y de quien te conozca.

5. Nos gusta mucho hacer vida en la calle

Y es que a pesar del viento y del calor húmedo que empapa piel y ropa, tenemos la fiel costumbre de hacer mucha vida en la calle, de ahí el punto número 2. Abusar de este defecto puede traer consigo algunas complicaciones, como que no podamos estar más de dos horas seguidas en casa o no encajar con amigos o parejas muy caseros. Y cuando nos ponemos enfermos y tenemos que guardar cama un par de días, el primer día ya nos supone sumergirnos en un estado de decaimiento y depresión cuya cura efectiva se consigue cruzando el tranco de la puerta y pisando la acera.

6. Puede que las quedadas con amigos se nos vayan un poquito de las manos

Quedar un grupo de amigos un domingo para celebrar algo o para pasar el rato juntos es de lo más normal del mundo. Cervezas, unas pizzas o una barbacoa y unas risas es lo más común en este tipo de quedadas, pero… ¿qué pasa cuando a esto le sumamos música alta, a ser posible con un subwoofer, una piscina de por medio, un cortijo en mitad del monte, a veces incluso disfraces, etc.? Pues que se convierte en un desmadre total que seguramente acabe en una buena resaca de lunes entre otras cosas varias.

7. Nos gusta criticar

Pero la crítica humorística y siempre en tono irónico. Somos muy dados a criticarnos entre nosotros, pero siempre logrando que parezca que en lugar de cuestionar tal actitud o, en general, tal cosa, estemos haciendo un chiste. Incluso en nuestra tierra tenemos unos cuantos monologuistas que cuestionan nuestro carácter y nuestras cosas provocándonos unas buenas risas.

8. Estamos obsesionados con el contacto físico

Nos gusta mucho el roce y nos gusta mucho demostrarlo, ¿cómo? Feria de Almería, Noche de San Juan, Cabalgata de Reyes, festivales de verano, carreras populares, etc. Cuantos más seamos, mejor. Todos apretaos, sudando la gota gorda, pero apretaos.

9. Desgañitarse forma parte de nuestra personalidad

¿Para qué íbamos a hablar en voz baja? ¿Para qué vocalizar? Hablar bajo, despacio y sin comerse terminaciones está sobrevalorado. A los almerienses nos gustan mucho nuestras peculiaridades lingüísticas y nuestra forma de expresarlas, por eso siempre que tenemos oportunidad hablamos como si nos hubiésemos tragado un altavoz que, además, suprime eses y prefijos, y todo muy rápido para despistar al interlocutor si es de fuera.

10. Nos quejamos por todo

¡Qué fea costumbre esa de quejarse por todo! Que si las conexiones ferroviarias son muy limitadas, que si nos quitaron el Toblerone para hacer bloques de pisos y parques sin árboles, que si la Plaza Vieja la quieren transformar en una “plaza diáfana”, que si quieren construir un centro comercial ocupando parte del entorno de La Molineta, que si el parque del Andarax está descuidado, etc. ¡De verdad, eh! (ironía).

11. Somos muy conformistas

Pasar el verano en nuestras playas del Parque Natural de Cabo de Gata sin tener que viajar fuera, una quedada para ir de tapas, una vuelta por el paseo marítimo, unas copas en los garitos de más de moda, o un paseo por el casco histórico por ejemplo. No necesitamos más, ¡estas cosas nos hacen muy felices!

12. Defendemos nuestra tierra a capa y espada

Vale que no todo en Almería es fantástico y maravilloso. También tenemos nuestros problemas que solventar y nuestras diferencias. Pero son más las cosas buenas y bonicas que nos unen que las que nos separan. Por eso, los almerienses podemos criticarnos entre nosotros, quejarnos del tiempo y de nuestros espacios y lugares de Almería, pero eso sí, esto sólo podemos hacerlo nosotros. Que no venga nadie de fuera a decirnos que en Almería hace mucho calor y que no encuentra árbol donde cobijarse, porque le daremos más de una razón para que su queja se transforme en elogio.