1. Beber los vientos por alguien
Ah, el amor. Nos arrebata la poca cordura que teníamos y nos obliga a acciones tan extrañas como beber el viento. Bebemos los vientos por alguien cuando estamos enamoradísimos de esa persona, aunque el origen de la expresión es algo menos romántico. Según la Historia de la lengua y literatura castellana de Julio Cejador y Frauca, todo viene de los perros de caza venteadores que parecían beber el aire cuando lo olfateaban. La explicación sabe a poco, ¿no? Para que no te vayas con esta sensación de insatisfacción, una curiosidad extra: antes los amantes eran más pasionales y la expresión completa era beber los vientos y los elementos por alguien.