1. Empecemos con lo obvio…
Tenemos la mejor y más variada oferta culinaria del planeta y nadie lo puede negar. Si le repartieran trabajos a cada uno de los países del mundo, seguro que a México le tocaría ser el chef, pero no cualquier chef. México sería un cocinero versátil que igual atiende en un changarro de la esquina que en un restaurante de fama internacional y no tendría problemas con memorizar docenas de ingredientes para preparar un solo platillo o experimentar con nuevas creaciones. Eso sí, tendría una severa adicción a las tortillas.