1. Vas a romper la dieta.
Es más que obvio. Con una panadería en una esquina, el puesto de garnachas afuera del Oxxo y los tamales oaxaqueños llevándote serenata a las ocho de la mañana, no hay mucho que puedas hacer contra el regreso de esa pancita.
2. Te vas a empezar a quejar hasta del clima más perfecto.
Porque hoy en la mañana hacía un frío (14ºC)… ¡y después el calorón a mediodía! (25ºC). Estos son los problemas de una ciudad en la que el guardarropa de invierno es exactamente igual al de verano, pero con suetercitos.