1. Tienen un poder ultrasónico y terrorífico en la mirada…
Que cuando te portas mal o haces berrinche te dice, sin necesidad de palabras, que estás a dos de que te cargue la chingada.
2. Viven con el termostato alterado.
Por eso, durante los veranos sonorenses infernales, les da por recibirte a la hora de la comida con un plato hirviendo de sopa de fideos, cocido o gallina pinta. Y como ya sabes que la casa no es restaurant, mejor te sientas a comer y te callas. Hay batallas que desde el principio están perdidas.