El activismo feminista tiene muchas formas. Se puede ejercer con una campaña para impulsar el acceso a la educación de las niñas, pero también a través de un proyecto artístico, de una aplicación móvil o de los medios de comunicación. Esta lista está necesaria y afortunadamente incompleta, pero todas las mujeres representadas aquí —algunas en altos cargos de organizaciones internacionales, otras ejerciendo su activismo desde lo local—, cuyos nombres aparecen menos en los medios que los de Malala, Emma Watson o Chimamanda Ngozi Adichie, tienen algo en común: contribuyen desde sus países y con los medios a su alcance a la lucha por una igualdad real.
1. Tarcila Rivera (Perú)
Activista indígena y fundadora del Centro de Culturas Indígenas de Perú Chirapaq, Tarcila Rivera empezó a trabajar a los 10 años como empleada del hogar en Lima, destino nada extraño para niñas y mujeres de comunidades indígenas. Ella, no obstante, siguió también estudiando. En los 80, trabajando como periodista en la revista Pueblo Indio, recopiló los testimonios de mujeres indígenas que habían sido violadas en cárceles durante el período de violencia política, lo que hizo que la invitaran a especializarse en derechos humanos en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya.
Ha contribuido, entre otras cosas, a la creación del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (ECMI), el Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI) y la Agencia Internacional de Prensa India (AIPIN). En 2010 recibió la condecoración Orden al Mérito de la Mujer y en 2011 el Premio Visionario de la Fundación Ford.
2. Kavita Ramdas (India)
Nacida en Dehli a principios de la década de los 60, pasó su infancia entre la India, Reino Unido y Alemania. Estudió relaciones internacionales y desarrollo internacional, y su lista de logros es interminable. Entre ellos, presidir (y convertir en la mayor fundación pública por los derechos de las mujeres del mundo) la Global Fund for Women entre 1996 y 2010. Ha escrito y hablado mucho sobre la necesidad de una ONU más feminista (más allá de ONU Mujeres). Es fundadora de la consultora KNR Sisters, y actual directora del Programa por los Derechos de las Mujeres de Open Society Foundations. Fue también asesora estratégica de la organización por los derechos de las mujeres MADRE.
3. Salma Belhassine (Túnez)
Esta activista tunecina nacida a finales de los 90 es una de las responsables de la app —todavía en desarrollo— SafeNes, que busca aumentar la concienciación sobre el acoso sexual en espacios públicos, contribuir a su erradicación y poner en contacto a las víctimas con ONG especializadas en el tema. Estudia Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos. La idea de la aplicación móvil surgió en un taller del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en el que les preguntaron qué problema querrían solucionar. «Para nosotras, era el acoso sexual. Somos estudiantes, todas caminamos por la calle y tomamos transporte público y, todos los días, nos enfrentamos al acoso callejero», asegura.
4. Shabana Basij-Rasikh (Afganistán)
Nació en Kabul, Afganistán, y se crio bajo el régimen talibán, lo que la forzó a disfrazarse de niño para ir a una escuela secreta. Recién salida del instituto, en Estados Unidos, fundó SOLA (School of Leadership Afghanistan), una organización y escuela cuyo objetivo principal es garantizar el acceso a la educación de calidad a las niñas y mujeres afganas. En 2018, el Gobierno afgano le otorgó la Medalla Malala, en reconocimiento de su labor por la educación de las niñas.
5. Lala Pasquinelli (Argentina)
La abogada y artista visual argentina Lala Pasquinelli se fijó leyendo las principales revistas del país en que siete de cada diez portadas o tapas estaban ocupadas por hombres. Además, ellos eran diversos (en edad, cuerpo, etc.), pero cuando aparecían ellas, respondían todas a un mismo patrón. Esto la llevó a fundar Mujeres Que No Fueron Tapa, un proyecto en el que hackea revistas con collages para incluir mujeres reales y reflexionar sobre cómo los medios representan a la mujer.
6. Coumba Diaw (Senegal)
Aunque todo el mundo le dijo que una mujer, y menos una mujer viuda, no podía presentarse a las elecciones, ella lo hizo. Y ganó. Coumba Diaw es la única alcaldesa de la región de Douga, en Senegal. Nacida en el seno de una familia conservadora, tuvo que dejar el colegio a los 14 años para casarse. Durante 30 años fue ama de casa, pero, cuenta en un artículo en UN Women, inspirada por otras mujeres con carrera política en su país (he ahí la importancia de los referentes), siempre creyó que podía cambiar su destino. Una de sus primeras acciones como alcaldesa fue instalar grifos de agua potable en 33 de las 43 aldeas de la comunidad Sagatta Djoloff, liberando así a sus mujeres de tener que ir a por agua a fuentes a kilómetros de distancia.
7. Khalida Brohi (Pakistán)
Sughar es una palabra urdu que significa ‘mujer hábil y segura’. Para Brohi, activista y emprendedora pakistaní, todas las mujeres son sughar, algo que intenta promover a través de la Sughar Empowerment Society, un proyecto que empezó con centros de bordado tradicional en los que usaba esa excusa para ofrecer educación y acceso a préstamos a mujeres locales. Su carrera como activista comenzó cuando tenía solo 16 años con una campaña contra los asesinatos de honor que inició cuando una amiga suya fue asesinada siguiendo la tradición.
8. Ana Vasileva (Macedonia)
Vasileva es activista y miembro del colectivo Бори се женски, Lucha como una mujer. Tras sufrir en sus carnes el acoso virtual a través de redes sociales como respuesta a un artículo sobre la cultura de la violación, se implicó más en el activismo feminista en su país, Macedonia. Es una de las impulsoras de la campaña #СегаКажувам (#YoHabloAhora), inspirada por el movimiento #MeToo (movimiento muy criticado en Macedonia). En pocas horas consiguieron, además del apoyo oficial de varios ministerios, un impacto brutal en redes con mujeres compartiendo sus experiencias de abuso.
9. Noemí López Trujillo (España)
Mientras preparaba este artículo, pregunté en Twitter a quién creían que podía incluir. La primera sugerencia fue Noemí López Trujillo, a quien @gabihey me presentó como «periodista freelance y autora de muchos trabajos con importante mirada violeta de una forma concreta (podcast sobre Ana Orantes), global (artículo en El País sobre las violencias sexuales en España) y transversal (enfermedad mental en mujeres)». Me parece una presentación magnífica.
(Como muchas veces la primera respuesta a un hilo crea escuela, me recomendaron a continuación a más periodistas españolas que no quiero no nombrar: Celia Blanco, que habla y escribe sobre sexo en Contigo dentro y Mordiscos y tacones, respectivamente; y Ana Bernal Triviño, periodista y doctora en Periodismo, cuya firma es habitual en Público. Hay muchas periodistas, cada vez más, llenando los medios de una muy necesaria perspectiva feminista y de género.También me sugirieron a Pauliña, compositora gallega).
10. Elizabeth Nyamayaro (Zimbabue)
Una de las caras más visibles de la campaña HeForShe de la ONU fue Emma Watson, pero es a Elizabeth Nyamayaro a quien se la debemos. Nació en Zimbabue y no fue al colegio hasta los diez años, cuando una tía suya pudo pagarle una escuela privada en Harare. En la actualidad es asesora senior en ONU Mujeres, después de una carrera en la que ha estado en ONUSIDA, la farmacéutica Merck (desde donde impulsó campañas de acceso a medicamentos para países en vías de desarrollo), y la Organización Mundial de la Salud.
11. Noushin Ahmadi Khorasani (Irán)
En 1999, esta autora y traductora cofundó el Women’s Cultural Center, una ONG dedicada a temas legales y de salud de las mujeres y que fue la primera organización secular de mujeres en Irán desde la revolución de 1979. Fue también una de las impulsoras de la campaña One Million Signatures, que recolectó firmas para pedir el cambio de leyes discriminatorias contra las mujeres en el país. No llegaron al millón, pero sí consiguieron poner la igualdad en la agenda de los medios y el debate público. Por su activismo ha pasado tiempo en prisión.
12. Sara Hlupekile Longwe (Zambia)
¿Para qué sirven los lobbys? ¿Tiene sentido pedir algo al Gobierno? Sara Hlupekile Longwe, consultora de género y desarrollo en Zambia, es un ejemplo de que sí. Cuando a principios de los 70 era profesora de secundaria y el Gobierno se negó a pagarle una baja de maternidad, formó un grupo lobby y logró que se aprobara una ley al respecto en 1974. Años más tarde cofundó la Zambia Association for Research and Development, que contribuyó a que el Gobierno se uniera a la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Fue también presidenta de FEMNET, organización que entre otras cosas lucha contra la mutilación genital femenina y el matrimonio precoz, entre 1997 y 2003.
13. Marcelina Bautista (México)
A los 14 años abandonó su pueblo en Oaxaca para irse a trabajar a Ciudad de México como empleada del hogar, y enseguida se dio cuenta de que el (mal)trato que recibían tanto ella como sus compañeras no era justo. Decidió hacer algo para cambiarlo. Estudió español (es hablante nativa de mixteco), se formó en derecho laboral y en el año 2000 fundó el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, primer sindicato de trabajadoras del hogar de México. Puedes leer su opinión sobre Roma aquí.