Aprendiste sobre la triste realidad de la pobreza y la hambruna del mundo.
Cada vez que mostraste desagrado por la comida de mamá, ella te recordaba que “hay tantos niños en el mundo que no tienen que comer y tú aquí de melindroso”. Entonces sentías mucha pena por aquellos niños, y hacías un esfuerzo por tragar la sopa de legumbres con harta cantidad de col o coliflor. Lo cierto es que muchas veces también te sentías agradecido porque mamá te mimaba con tu comida favorita.