1. Has desayunado tortas ahogadas después de un día de fiesta
Ninguna buena fiesta termina sin una torta ahogada. Ese exquisito y peculiar manjar, poco comprendido por los foráneos, es parte de nuestra cultura culinaria y social. Es muy poco probable que recuerdes una boda, graduación, cumpleaños o fiesta memorable que no haya terminado desayunando unas tortas bañadas en salsa picante con cebolla y con mucho limón.