1. Dejas de asociar ser valiente con ser “macho”.
Quizás te sucedió que al ver a un niño caerse y empezar a llorar, te escuchaste a ti misma diciendo frases como “macho, ¡no llores!”, o “levántate como macho”. Entonces no lograste siquiera finalizar la oración, abriste los ojos, y regresaste a ver alrededor tuyo con la esperanza que nadie te haya escuchado. Luego reflexionaste sobre la sandez que habías dicho. Sabes bien que en ningún diccionario de sinónimos encuentras que ser macho es igual a ser valiente o a no llorar.
Desde entonces ya casi ni utilizas “macho” dentro de tu vocabulario cotidiano, excepto cuando quieres dar cuenta de una actitud retrógrada y misógina.