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14 costumbres alemanas que sacan de onda a cualquier mexicano

Germany México
by Shantal Romero 5 Apr 2018

1. ¿Cumples años? Te toca llevar el pastel

No esperes que tus colegas de trabajo te sorprendan con un rico pastel de cumpleaños mientras te cantan las mañanitas. En alemania cuesta más caro el caldo que las albóndigas. Si cumples años debes comprar —o hacer— tu pastel para después compartirlo entre tus compañeritos de oficina. Lo bueno es que puedes dar por hecho que tu cara no terminará embarrada al pastel, simplemente recibirás un caluroso apretón de manos como felicitación.

2. ¡Fuera ropa!

No le cuentes a tu abuelita que andas de galán de alberca en Alemania. Si se entera de que anduviste veraneando por acá, le dará el patatús nada más se entere que en los parques públicos es normal quitarse la ropa y estar como dios te trajo al mundo. Ya sabes, por aquello de “la calor”.

3. Tienes que empacar tu propio súper

Si eres de los que —entre el monedero naranja, el ticket y la propina del cerillo— terminan hechos bolas en la caja del súper, los supermercados alemanes te van a enseñar lo que en verdad es bueno. Sentirás como una verdadera proeza la primera vez que pongas tus cosas en la banda eléctrica, las acomodes en tu mochila y pagues en menos de cinco minutos. No importa si el de atrás o la cajera ya tienen la impaciencia a flor de piel, lo lograste y eso es motivo de orgullo.

4. El poder de los peatones

Si estás acostumbrado a correr por miedo a morir cada que cruzas una calle, aunque los autos vengan a 20 metros de distancia, entonces es muy probable que en Alemania te sientas como estrella de pasarela. Aquí nadie te va a pitar ni te van a recordar a tu mamá para que te apures. Asombrosamente, todos van a frenar de tajo para dejarte pasar.

5. Las diferentes formas de saludar

Si te encanta sacar el cobre cada vez que saludas a tus amigos mexicanos, entonces te sentirás como en casa con todas las formas diferentes que los alemanes tienen para saludar. Un poco de práctica y alguno que otro error pondrán tus modales en línea y sabrás que hay que saludar con un moin en el norte y con un servus en el sur. Y tú que te sentías muy original diciendo quiúbole carnal.

6. ¡Fuera zapatos!

Ve considerando la posibilidad de no usar tus calcetines más agujereados. En Alemania existe la peculiar costumbre de ponerse cómodo al llegar a cualquier casa quitándose los zapatos. Incluso tienen un mueble especial para dejar el calzado de los invitados. Si no quieres hacer el oso de la vida, ve comprándote unos nuevos pares de calcetines.

7. El mal del puerco está por todos lados

Aunque seas de buen diente y tengas fama de terminar con todo platillo que se te pone enfrente, lo más seguro es que en Alemania pierdas el trofeo al buen comer y más de una vez seas atacado por el famoso mal del puerco. Aquí la mayoría de los platillos son como para dos personas —aunque en la carta diga que las porciones son pequeñas— y además vienen acompañados de ensalada. No te saques de onda si no puedes mantener tu estatus de glotón por estas tierras.

8. ¿Café y pastel por la tarde? ¿Por qué no?

No conformes con las grandes porciones de comida en los restaurantes, muchos alemanes acostumbran hacer una pausa entre cuatro y cinco de la tarde para comer pastel, tomar café y platicar. Ya si la plática se pone buena hay tiempo para otra rebanadita. Buena suerte con esa dieta.

9. Aquí sí se recicla

¿Que las bolsas de basura son de colores diferentes de acuerdo al tipo de desechos? ¿Que puedes obtener monedas de máquinas que reciclan botellas? ¿Y que además todos llevan sus propias bolsas al supermercado? Estas son sólo algunas de las medidas que Alemania ha impulsado para reducir la cantidad de desechos que generan las personas y —aunque pueda resultar un poco difícil al principio— es un verdadero gusto adoptarlas.

10. El costo del metro

Si fuiste parte del movimiento ”pos me salto” cuando la tarifa del metro en la Ciudad de México subió a cinco pesitos, entonces vas a pegar el grito en el cielo al saber que en Alemania debes pagar alrededor de treinta pesos para viajes cortos y un poco más si viajas más lejos. Aunque depende mucho de la ciudad en la que te encuentres, los costos del transporte público te van a sacar uno que otro susto.

11. ¿Cómo le hacen para leer tantos libros?

No por nada las librerías se ven como barata de tienda departamental en época navideña. Los alemanes aman regalar y recibir libros. Leer es una actividad del día a día y cada persona tiene una sorprendente y envidiable colección que acapara buena parte del espacio de las casas. Esto te motivará a reemplazar tu colección de estampitas y tazos por unos cuantos libros.

12. Si no se debe hacer no se hace y punto

Aunque seas un rebelde sin causa que come donde no debe comer y fuma donde no debe fumar, en Alemania te acostumbrarás a acatar cada regla como si te la estuviera diciendo tu mamá o tu abuelita. Si el semáforo dice que hay que ser ejemplo para los niños y cruzar la calle sólo cuando está en verde, entonces cruzas cuando está el verde y punto.

13. Yo pago lo mío y tú lo tuyo

Para evitar el típico yo di de más o yo di de menos en el antro o restaurante con los amigos, en el país de las salchichas y cerveza existe la opción de pagar por separado. Incluso en citas románticas puedes optar por pagar únicamente lo que tú consumiste. Lo más genial de todo es que te hacen la cuenta, pagas y te dan tu cambio en el mismo instante.

14. ¿Quedamos para un café? ¡Hecho!

Típico que tus amigos mexicanos ya te han dejado plantado más de una vez o llaman una hora antes para cancelar la cita. En Alemania por fin dejarás de preocuparte por confirmar y volver a confirmar que el próximo mes quedaste para tomar un café. Tu amigo alemán va a estar en el lugar y hora que acordaron sin antes tener que llamarle mil veces.