1. Empiezan a entender todo con doble sentido.
Una vez que entienden de qué se trata el albur, su cabeza pervierte casi todas las conversaciones y comienza a generar respuestas con doble sentido siempre que sea posible. No hay nadie más alburero que un extranjero que lleva unos meses en México.
2. Cuestionan la existencia de lugares por sus nombres extraños.
Algunos lugares del país son más famosos por su nombre complicado que por cualquier otra cosa. Un extranjero en México puede ser vacilado a diestra y siniestra con nombres extra complicados o que tal vez ni siquiera existen, y terminará por poner en duda cualquier nombre que no le suene familiar. Malinalco, por ejemplo, es uno de los Pueblos Mágicos que varios extranjeros juran que es inventado.