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15 palabras rebuscadas, bonitas y olvidadas para soñar despierto un rato

by Ana Bulnes 14 Oct 2019

No tienes que buscarlas en el diccionario, ya lo hemos hecho nosotros. Y hemos escrito una historia de amor.

1. rozagante

¿Cómo vas a ir al baile? Con un vestido rozagante, por supuesto. Es decir, un vestido vistoso y muy largo, que no deje a nadie indiferente. La palabra viene del catalán rossegant y era muy popular en el siglo XIX, época en la que nos gusta imaginarnos cuando nos vemos con un vestido así. Por supuesto, nos imaginamos de la alta sociedad y muy independientes. Aunque la primera acepción se aplica solo a las vestiduras, la segunda también nos incluye a las personas: vistoso, ufano y, hasta 1884, arrogante.

2. fisiquear

Si estuvieras en El Salvador, te dirían quizá que has ido al baile fisiqueando, es decir, luciendo el físico, bien vestida.

3. cenceño

En ese baile quizá conozcas a un muchacho cenceño, es decir, delgado o enjuto. Pero también puro, sencillo, sin composición. Dirías que es cenceño si estuvieras en el siglo XIV, siglo álgido de la palabra, cuya parte más bonita está en la etimología. Es incierta, la RAE nos da dos opciones, ambas del latín: puede venir de sincērus ‘puro’ o, mi favorita, de cincĭnnus ‘tirabuzón’. Para esa gente tan delgada como un tirabuzón.

4. afincamiento

Con un muchacho cenceño, no obstante, solo puede pasar lo que ya te advirtió tu madre: que las cosas salgan mal y pases por una etapa de afincamiento. ¡Importante! Afincamiento en su tercera acepción, «congoja o aflicción». Si solo hueles la segunda, aunque sea en un detalle o gesto, huye. La segunda es «apremio, vejación, violencia». La primera nos interesa para cómo sales de la historia cuando se te pasa la tontería: con ahínco (que sí, es lo que significa afincamiento en primer lugar).

5. dichero

Es aquí cuando te abres Tinder. Has vuelto al siglo XXI, claro. El primer chico te parece algo raro. Lleváis media hora de la primera cita y ya te ha dicho que no por mucho madrugar amanece más temprano, que no hay rosa sin espinas, que poderoso caballero es don dinero y que a falta de pan buenas son tortas. Todas las expresiones venían a cuento, pero tienes la sensación de estar hablando con un estudiante de español que está metiendo todo lo aprendido en clase en la conversación. No es así. Solo es un chico dichero, es decir, «que ameniza la conversación con dichos oportunos».

6. nocherniego

El chico dichero te cae bien, pero quizá no para todos los días. Tienes otra cita. Esta vez tienes ante ti a un chico, o quizá una chica, nocherniego. O eso es lo que dirías en el siglo XIV de alguien que anda de noche. Ahora te conformas con decir que es noctámbula, que tiene un punto extra en la definición, «que anda vagando durante la noche», que te atrae pero no te conviene.

7. filático

Uf, aquí no llegas ni a la cita. Un par de mensajes por chat te dejan claro que te encuentras ante una persona filática y, mira, tú ya no tienes paciencia para eso. ¿Qué es? En Ecuador, «que usa palabras rebuscadas y raras para exhibir erudición». ¡Pon pies en polvorosa!, que diría tu amigo el dichero.

8. pasquín

Cierras Tinder y te dedicas a la redacción de pasquines o, en su versión del siglo XXI, a tuitear. Un pasquín es un «escrito anónimo, de carácter satírico y contenido político, que se fija en sitio público». Evidentemente, usas un nombre falso y tu foto de perfil es un huevo. Curiosidad: pasquín, nos dice la RAE, viene de Pasquino, «nombre de una estatua en Roma, en la cual solían fijarse libelos o escritos satíricos».

9. gorgorotada

El siguiente paso en tu espiral de autodestrucción es, cómo no, el alcohol. Te aficionas a las gorgorotadas, es decir, «cantidad o porción de cualquier licor que se bebe de un golpe». A beber en grandes tragos o directamente a los chupitos. Pero saldrás, no te preocupes.

10. garzonear

Ahora que la nocheriega eres tú, has empezado a garzonear. Ambas acepciones te valen: «solicitar, enamorar o cortejar» (a la vieja usanza, sin Tinder) y «dicho de un joven: Llevar vida disoluta».

11. albórbola

Toda la noche de fiesta y, poco a poco, aunque nadie daba un duro por ti, te vas sintiendo mejor. Lo demuestran las albórbolas que emitís tú y tu grupo de amigas. ¿Alborqué? Albórbolas, «vocería o algazara, y especialmente aquella con que se demuestra alegría».

12. ilapso

No son las gorgorotadas, lo juras, ni ningún otro tipo de sustancia que hayas empezado a consumir en tu etapa de garzoneo, pero a veces te encuentras sumida en una especie de ilapso, «especie de éxtasis contemplativo, durante el cual se suspenden las sensaciones exteriores y queda el espíritu en un estado de quietud y arrobamiento».

13. molicie

El día lo pasas un poco igual, en un estado de molicie —pero la segundda acepción— del que no quieres salir. ¿Qué dice esa acepción? «Abandono invencible al placer de los sentidos o a una grata pereza». Así te sientes tú, aunque admites que la vida disoluta también le ha dado algo de la primera acepción a tu cuerpo: «blandura de las cosas al tacto».

14. volatería

Sueñas despierta y toda esa volatería en tu cabeza no te deja pensar, pero te da igual. Esa «multitud de imágenes o ideas que andan vagantes en la imaginación, lo cual hace no determinarse o no fijarse en ninguna» te resulta placentera, y recordemos que vives entre el ilapso y la molicie, cómo no dejarse llevar.

15. eudemonía

Al final vuelves al mundo, claro, pero sin abandonar esa nueva sensación de que todo va bien que has adquirido. Quizá, y contra todo pronóstico, hayas alcanzado la eudemonía: «Estado de satisfacción debido generalmente a la situación de uno mismo en la vida».