1. Hablar castellano.
Siempre se ha dicho que en Valladolid se habla el mejor castellano del mundo. Si se dice es por algo. Se nos puede acusar de leístas, es cierto, pero lo hacemos porque la perfección no está bien vista.
2. Dar la razón del tonto para acabar una discusión.
Nos da pereza enrocarnos en un diálogo de besugos con alguien empeñado en tener la razón, aunque sólo sea porque habla más alto. No tardaremos mucho en decir… ¡vale, lo que tú digas, tienes razón!