1. Comer un completo de verdad.
No me refiero a los de la Copec para niños… Sino a esas bestias del Sibarítico o Fuente alemana, desbordadas en mayonesa y palta, que sientes que se te va rajar la boca con cada mordisco.
2. La cordillera.
Ya sea para orientarse o para recordar que siempre hay algo más grande que uno, la cordillera es necesaria. Y que vista gloriosa se obtiene en Santiago cuando nieva… No hay nada mejor que contemplar la ciudad con ese blanco imponente de telón.