1. Descubre que su «portugués» no es tan bueno.
La fórmula que creemos infalible, un gallego modificado con el acento adecuado y la inserción de algunas palabras clave que conocemos, nunca cuela: los portugueses prefieren que nos comuniquemos en el español que ellos sí hablan y no en ese híbrido con el que llegamos creyendo eliminar toda barrera lingüística.