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Real de Catorce, a sólo dos horas de San Luis Potosí, es un pueblo atrapado en el tiempo, donde México se siente con todo el peso de sus tradiciones y de su gente. Caminar por las calles de Real es una comunión con México y un espectáculo visual que no debes pasar por alto.

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La Capilla de la Virgen de Dolores es el primer edificio que verás al llegar a Real. Esta capilla es el último contacto con el mundo exterior, ya que a su lado se encuentra el Túnel Ogarrio, un antiguo socavón reacondicionado que funciona como la única entrada y salida a Real de Catorce.

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Atravesar un estrecho túnel de más de dos kilómetros para llegar al pueblo es una experiencia que sorprenderá a todos los que vienen por primera vez y es un claro símbolo de lo que es Real: una lugar que sólo puede existir como una realidad aparte.

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Real de Catorce es un lugar con un pasado minero muy importante. Algunas de las edificaciones que se levantan por toda la zona tienen cientos de años y la naturaleza les ha ido ganando terreno.

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La plata es el mineral alrededor del cual se desarrolló el pueblo de Real de Catorce. Desde finales del siglo XVIII y hasta mediados del siglo pasado la minería fue la principal actividad económica del lugar. Hoy es sustituida por el turismo.

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Las calles empedradas, las casas antiguas y las montañas que se levantan con el típico paisaje del Desierto de Wirikuta son todos distintivos de Real.

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El pueblo logra mantener un ambiente apacible a pesar de la continua llegada de visitantes. La única excepción es durante la fiesta de Panchito (San Francisco de Asís) que se celebra cada octubre.

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A pesar de la tranquilidad y austeridad del pueblo, la calle principal mantiene un buen número de negocios, que van desde cafés y restaurantes, hasta tiendas de artesanías wixarikas y de platería.

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Real cuenta con una gran cantidad de opciones de hospedaje, desde hoteles hasta Airbnbs. Si buscas un lugar con muy buen ambiente, donde te puedas sentir como en casa y que sea tu base para explorar los alrededores de Real, te recomiendo buscar el Airbnb de Sulahue (que además tiene una vista espectacular del centro).

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El Mesón de la Abundancia es uno de los hoteles más famosos de Real y el restaurante es muy bueno. Durante mi visita, la cuenta tardó en llegar más de lo previsto porque los encargados estaban bailando en la cocina… y no, esa no es una queja.

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Y para saciar la sed de la tarde, nada como una visita a Tabares Bar, un pequeño y colorido local al final de la calle Ignacio Zaragoza.

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Una de las formas de explorar los alrededores de Real es tomando un paseo a caballo. El Cerro del Quemado, minas y haciendas abandonadas y el propio desierto de Wirikuta son sólo algunas de los lugares que se encuentran a tiro de piedra y que son de fácil acceso si se tiene un compañero equino.

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Los caballerangos se encuentran en la calle principal de Real y con ellos se puede contratar cualquier servicio de transporte. En la foto podemos ver a Huicho y Zacarías García, dos de mis guías por el desierto a quienes recomiendo ampliamente (pregunta por ellos en el pueblo).

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La vida en Real es sencilla y la mejor forma de experimentarla es acercarse a una familia local. Aquí, Zacarías prepara una fogata mientras uno de sus hijos se acerca a todo galope.

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Los alrededores del pueblo están plagados de paisajes únicos y el difícil acceso los ha mantenido lejos de desarrollos turísticos y otros problemas modernos. Todos los locales están de acuerdo: “En Real no hay delincuencia porque los delincuentes no tienen para dónde correr”.

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Por si fuera poco, los atardeceres en conjunto con la peculiar arquitectura de Real generan un paisaje muy surreal que difícilmente podrás encontrar en otro lado…

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Y ni qué decir de la magia de las noches en Real de Catorce. ¿Ya estás preparando tus maletas?

Todas las fotos son propiedad del autor.