1.
Te sabes al dedillo cuándo son las fiestas del 2 de Mayo, San Isidro o la Paloma.
2.
Te sale espontáneo el pronunciar de cuando en cuando un ej que o, si eres más fino, por lo menos ha dejado de rechinarte.
3.
El metro se ha convertido en tu segunda casa y no puedes evitar correr al ir a cogerlo como si te fuera la vida en ello, aunque solo vayas a tomar cañas.
4.
Lo que nos lleva a que ya catalogas los bares por aquellos en los que tiran bien las cañas o no.
5.
Has incluido en tu vocabulario palabras como mazo o tronco, e incluso se te escapa algún teky o kely ocasional.
6.
Madrid es tu jungla y, como tal, cuando conduces la carretera es tuya.
7.
Has perdido el miedo a las vías de cuatro carriles, a los túneles de la M30 y a los atascos de salida (o entrada) en la carretera de la Coruña.
8.
Te parece normal que la Gran Vía esté llena de gente da igual la hora del día o de la noche.
9.
Te has convertido en un experto a la hora de sortear captadores de ONG en Callao, Fuencarral o cualquier lugar transitado y peatonal.