Si el vil asesinato no hubiera acabado con su vida a los 38 años, hoy Lorca sería el primer granadino con un premio Nobel de Literatura. El poeta y dramaturgo se fue pero nos dejó “Bodas de sangre”, “Poeta en Nueva York” o “La casa de Bernarda Alba”, representadas de Tokio a Madrid.
Granada es la mejor ciudad para tapear del mundo. La cultura de ir de tapas nació en ella. Una costumbre por la que se pirran vecinos y turistas, y que se va extendiendo a otras ciudades andaluzas.
El placer de deslizarse por las blancas laderas de Sierra Nevada por la mañana y terminar el día con una cerveza o copa de vino al atardecer al borde del mar en playa Granada, Motril, o incluso si hace bueno darse un chapuzón, sólo es posible en Granada. El Mediterráneo está a tan sólo 40 minutos de la capital.
Los Ángeles debutaron en los años 60. Después llegaron 091, Los Planetas, Lagartija Nick, Lori Meyers, Niños Mutantes… Granada es la cuna de la música independiente, movimiento consolidado durante décadas en una vida musical intensa de festivales y conciertos cada fin de semana en salas pequeñas.
“Crecí taconeando a ritmo de la guitarra de mi abuelo en una cueva del Sacromonte”. Marina la Canastera, Manuel Cano Tamayo, Juan Habichuela, Enrique Morente, Eva Yerbabuena, Solea Morente… El de Graná es un flamenco genuino que ha traspasado fronteras.
Bautizado por el Dalai Lama como “Lugar de la Luz Clara”, fue fundado en la Alpujarra granadina en 1980 por lamas tibetanos, a 1600 metros de altura, en el triángulo energético que forman el pico del Veleta, el Mulhacén y la sierra de Lújar. Un pequeño Tíbet con estupas, ruedas de la oración y banderitas en el que hacer un retiro espiritual como en el mismo Himalaya.
Lo dijo Bill Clinton emocionado en el mirador de San Nicolás, corroborando lo que los granadinos ya sabíamos: “el mejor atardecer que he contemplado en el mundo”.
Los callejones con tiendas de artesanía en plata, alhajas, artículos de cuero de la Alcaicería y las teterías del Albaycín hacen de Granada un pequeño Marrakech en el que practicar el arte del regateo sin tener que cruzar el mar.
Reserva de la Biosfera por la Unesco, con lagunas glaciares, especies endémicas, naturaleza salvaje y picos de eternas nieves en las umbrías. Sierra Nevada es el techo de la península y desde sus cumbres se divisa el Rif en los días despejados.
Pintor y escultor, compañero de Velázquez, el autor de “La Inmaculada Concepción” fue uno de los más grandes maestros del barroco español.
El granadino José Val del Omar fue “creyente del cinema”, fotógrafo y videógrafo, estudioso del sonido, precursor del viodeoarte y del sonido diafónico (el moderno sonido envolvente de las actuales salas de cine) con su obra “Tríptico Elemental de España”, que entre otras incluye “Aguaespejo granadino” (1953).
El doctor Olóriz, científico granadino, estudió 3.000 dactilogramas e ideó un método para identificar las huellas dactilares que usó la policía española desde 1911 hasta 1982.
¿Quién no ha tarareado “Escucha hermano la canción de la alegría, el canto alegre del que espera un nuevo día…”? El cantante granadino ponía así letra en 1970 al cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven. Éxito de ventas, llegó al número 1 en países como Australia, Canadá, Alemania o Suiza.
La emperatriz consorte de Napoleón III de Francia fue la granadina Eugenia de Montijo, madre de Luis Napoleón, Príncipe Imperial. Dama que por su forma de vestir elegante fue alabada en toda Europa, y asistió a los eventos más emblemáticos de su época como la inauguración del canal de Suez.
El asesinato de Mariana, otra de las heroínas granadinas, por bordar la bandera de la libertad durante el reinado de Fernando VII, la convertiría en un símbolo popular contra el Absolutismo y la lucha por las igualdades.
Elaborado en Motril con caña de azúcar de la vega de la costa Tropical de Granada, ¡la receta sigue siendo un secreto!
Expresiones fraguadas en Granada y exportadas a toda España.
Inventada por el ingeniero granadino Emilio Herrera Linares, más conocido por ser presidente de la República española en el exilio. Su invento consiguió el hito de alcanzar los 22.000 metros de altitud sano y salvo. La prueba de este casco espacial fue el paso previo a la llegada del hombre a la Luna.
Este complemento energético natural (cereales, legumbres y miel) nació a los pies de la Alhambra de la mano de Bernabé Hernández Sánchez, un granadino licenciado en farmacia que más tarde se trasladó a Montilla. Su hijo sufrió una intolerancia que le provocó una desnutrición y para paliarla Bernabé inventó esta “pócima”. 