Las venezolanas estamos acostumbradas a los “piropos” a diario, como algo común. Los más bonitos nos suelen dar risa, pero el uso de las comillas es porque algunos confunden piropos con groserías. A esas frases las hemos dejado fuera de la lista.
Los escuchamos como hijas y los escuchamos como madre. Cuando camino con mi hija de tan sólo catorce años, ya paso a ser “suegra”. Además, seamos madres o no, las frases suelen acompañarse con un “mamita” al principio o al final (vaya Edipo). Para empezar, aquí va uno que juega con las tradiciones culinarias de Venezuela: