1.
Saber que quien llama a la puerta es la comisión de fiestas.
2.
Dudar siempre entre comprarte un paraguas bueno y exponerte a su robo (o a que no sea tan bueno cuando cruzas una plaza en plena ciclogénesis) o uno barato y malo que sabes que será casi de usar y tirar.
3.
Ver Fariña y notar que empatizas más de la cuenta con Sito Miñanco (y tener que darte golpecitos y decir «¡no! ¡no!»).
4.
Y que tu cerebro entre en cortocircuito al ver a Touriñán y tener que sentir miedo en vez de risa.
5.
Intentar explicar una tira de Luis Davila a alguien de fuera.
6.
Salir de Galicia y tener que comunicarte sin usar las palabras «fuchicar», «colo», «chollar» o «reseso».
7.
Que alguien te pregunte qué debe ver (y comer) en Galicia si viene un fin de semana.
8.
Que la gente de fuera no te permita decir que tienes frío porque «eres de Galicia». Que cuando te quejes del frío gallego a 10 ºC te digan que eso no es frío.
9.
Decidir hacerte vegetariano y que te inviten a una churrascada.