También coleccionaste «tazos», comías todo tipo de basura como Chester, Papas Fritas, suflitos o chiflitos con tal de sumar uno a tu colección.
Jugabas al aire libre, al zoo, ring ring raja, la pinta, los países, la escondida… Eran pocos los niños gordos.
No pagabas por jugar fútbol. Improvisar un arco con polerones en un peladero era normal.
Aunque también tenía sus contras. Sobre todo por el vecino (casi siempre señora) mala onda que no devolvía la pelota cuando caía en su casa.
Tenías vida de barrio y salías a jugar a la calle incansablemente hasta el religioso “¡A comer!” gritado por tu madre.
El teléfono no era una extensión de ti. Solo algo fijo posicionado en un punto estratégico de la casa…
…Y te sabías de memoria los números de tus amigos.
Chile no nos daba alegrías en fútbol a nivel selección. La frase de las mamás “Para qué ves si van a perder” era un clásico…
… aunque algo empezaba a cambiar y seguías a Zamorano en el Mega jugar en el Real Madrid, y años después a Salas romperla en River Plate.
En el tenis sí éramos buenos, o por lo menos el “Chino” Ríos lo era. Madrugábamos para ver sus partidos. Sí, ¡por tenis!
Grababas cassettes en la radio. No existía la inmediatez de internet, tocaba esperar y correr a tu radio a grabar la canción.
Pero cuando llegó internet las cosas no cambiaron tanto: te conectabas a través del teléfono y solo después de las 8 pm, ya que más temprano era caro.
No existía la farándula como un negocio con panelistas vagos hablando de gente, no nos contaminaban la cabeza con lo que hacían los demás.
Te sentías “groso” caminando con tu walk-man. Ahora, si llegaste a tener un disc-man eras casi un Dios.
Empezaste a chatear en mIRC o ICQ, conociste lo que eran los nicks y empezar a modificar tu identidad.
Te gustaba o te enamoraste secretamente de una Spice girl o un Backstreet boy.
$100 eran una fortuna. Posibilidades infinitas en el kiosco.
Usaste o envidiaste a quien tenía zapatillas con luces.
Enciclopedia Encarta te hacía los trabajos.
Viste a Disney en su apogeo: «La Sirenita», «La Bella y la Bestia», «Aladín» y «El Rey León». ¡Por favor! Puros clásicos, ganadores del Oscar. ¿Qué es «Frozen»? ¿Se come?
Tener Nintendo o Super Nintendo era lo que pedías en toda Navidad. Ahora si nunca el viejito leyó tu carta, te ibas adonde el vecino consentido a jugar o inclusive a mirar y opinar. Con eso era suficiente.
Empezaste a conocer las fiestas con Los ilegales, Sandy Papo y El símbolo.
Viviste la mejor época del basquetbol. Michael Jordan nos enseñó lo mágico de este deporte.
Si es que eras rebelde y te atrevías, ibas a los Flipper a mover palancas, apretar botones y perder fichas. Y si es que te daba un ataque de valentía retabas al capo del lugar. «Street Fighter» era el juego predilecto.
Ir al Blockbuster era entrar al paraíso. Películas infinitas para escoger, juegos de Nintendo, palomitas, todo concentrado en un lugar.
Pero sobre todo no se le inculcaba tanto miedo a los niños. Tal vez no había tanta “riqueza” en el país. Pero la gente era más buena, se respetaba el barrio y sí se podía salir a la calle tranquilo.
…Y por eso estás orgulloso y convencido de ser la última generación que tuvo una infancia de verdad. 