México es un lugar increíble para los que amamos el turismo arqueológico. Entre las doscientas zonas arqueológicas abiertas al público, de un total de dos mil registradas, existen algunas que son verdaderas joyas de la arquitectura mesoamericana y que increíblemente permanecen casi desconocidas debido a su poca promoción turística. Aquí te compartimos cinco sitios que deberías conocer… aunque nunca antes los hayas escuchado mencionar.
1. Yohualichan
Yohualichan (“Casa de la Noche” en lengua nahua), es una zona arqueológica rodeada de bosques de niebla en el corazón de la Sierra Norte de Puebla, a pocos kilómetros del maravilloso pueblo mágico de Cuetzalan del Progreso. Fue la primer ciudad estado de la cultura totonaca y el precedente de la magnífica ciudad del Tajín, que se encuentra a sólo sesenta kilómetros de esta zona.
En Yohualichan encontrarás ejemplos de las primeras pirámides calendáricas recubiertas con nichos, así como un juego de pelota, los vestigios de un temazcal prehispánico, y una gran plaza donde se realizaban ceremonias cívicas y religiosas. La acústica de la plaza principal te sorprenderá y esto no es ninguna sorpresa, ya que los totonacas desarrollaron elementos arquitectónicos para que los sacerdotes y gobernantes fueran escuchados por todo el pueblo sin necesidad de esforzar la voz en las plazas.
Como marco de bienvenida a este sitio, encontrarás un increíble jardín botánico con vegetación única de la sierra poblana, así como una pequeña capilla de piedra en cuyo atrio se realiza la danza de los voladores, el ritual prehispánico más difundido en México y el mundo. Se dice que este rito nació aquí y no en Papantla como muchos aseguran.
Para cerrar con broche de oro la visita a Yohualichan, no dejes de darte una vuelta por el restaurante Ticoteno, donde mujeres nahuas preparan deliciosos guisos prehispánicos con ingredientes de sus propios huertos y granjas.
2. La Ciudad Olímpica de Cantona
En la cuenca oriental de Puebla, rodeada de espectaculares cráteres volcánicos convertidos en lagos, se ubica la milenaria Cantona, una de las ciudades más impresionantes del México prehispánico. Los arqueólogos ubican su etapa de esplendor entre los años 600 al 900 de nuestra era y se calcula que llegó a tener hasta 200 mil habitantes. Entre los aspectos más impresionantes de Cantona está su gran cantidad de canchas de juego de pelota (cincuenta en total), lo que ha hecho pensar a los investigadores en un tipo de “ciudad olímpica” de gran relevancia política, religiosa y militar. Otra característica de Cantona es su estilo arquitectónico, ya que para la construcción de sus edificios no se utilizó ninguna variedad de argamasa para unir las estructuras; las piedras sólo fueron sobrepuestas de manera que soportaran su peso y además resistieran de manera más efectiva los sismos recurrentes en la región.
Si visitas Cantona no solo quedarás asombrado con su increíble estado de conservación y restauración, pues durante los días despejados ofrece vistas a montañas imponentes como el Cofre de Perote y el Pico de Orizaba.
3. Tezcutzingo
La zona arqueológica de Tezcutzingo se localiza en Texcoco, Estado de México; está situada en la cima de un pequeño cerro y es considerada una de las obras maestras de la ingeniería hidráulica prehispánica. La construcción de la ciudad se le atribuye a Netzahualcóyotl, el ilustre “Rey Poeta” de Texcoco.
En la cima de Tezcutzingo, Netzahualcóyotl diseñó su propio sitio de retiro espiritual que se caracterizaba por contar con estanques llenos de peces, jardines de plantas y aves exóticas, una red de canales y acueductos que atravesaban la montaña para surtir de agua a las fosas y tinas de baño reales labradas sobre la cantera del mismo cerro.
Se sabe que Netzahualcóyotl también fue el artífice del ingenioso sistema hidráulico que ayudó a evitar las recurrentes inundaciones que sufría Tenochtitlán, así como el acueducto que surtía de agua dulce a la capital azteca.
4. Yagul
Aunque Monte Albán y Mitla atraen la mayoría de los reflectores turísticos en Oaxaca, existe otro sitio arqueológico que bien vale la pena visitar. Se trata de Yagul, nombre traducido de la lengua zapoteca como “árbol viejo”.
Yagul heredó la importancia política y religiosa de Monte Albán poco tiempo después de la decadencia de la también llamada “ciudad de los habitantes de las nubes”. En Yagul observarás restos de magníficos palacios como el de los “Seis Patios”, donde aún se conservan ejemplos de pintura mural. También destacan los adoratorios y habitaciones de la clase gobernante al interior de la acrópolis y la cancha de juego de pelota, considerada la segunda más grande de Mesoamérica después de la que se encuentra en Chichen Itzá. Y por si esto fuera poco, las cuevas alrededor de Yagul contienen pinturas rupestres en donde se evidencia la domesticación de plantas más antigua de América.
Si planeas tu visita para un domingo, no olvides pasar por el tianguis indígena de Tlacolula para probar el tasajo asado, las nieves de frutas y el chocolate espumoso acompañado de pan de yema.
5. Mayapán
¿Qué pensarías si te dijeran que existe una versión en miniatura de Chichén Itzá muy cerca de Mérida? La antigua ciudad de Mayapán surgió poco tiempo después de la caída de Chichén Itzá, y se mantuvo bajo el poder de los mayas itzaes en alianza con el señorío de Uxmal; por esta razón, sus similitudes arquitectónicas con Chichen Itzá son sorprendentes. Un ejemplo de ello es la réplica casi exacta del famoso “Castillo” o templo de Kukulcán que existe en Mayapán, así como los observatorios astronómicos que asemejan al famoso edificio del Caracol de la propia Chichen.
Si quieres salirte de la ruta turística convencional que satura las ruinas de Chichen Itzá, Mayapán es una alternativa excelente. ¡Feliz viaje arqueológico!