Aquí comienza la historia… ¡Ahora soy una latina!
Hace cuatro años llené mis maletas con las cosas que consideraba más importantes: un álbum de fotos, mis jeans favoritos y un libro de recetas venezolanas. No sabía qué esperar de Estados Unidos, sólo sabía que mi futuro me esperaba. Me bajé del avión, pisé el suelo multicolor de Texas y mi alma se partió en dos. La mitad sigue resguardada entre las aguas azules de las playas venezolanas y los bosques de mi juventud, pero la otra parte se eleva por los cielos tejanos.