Para los principiantes en comida yucateca, lo mejor es empezar por la célebre cochinita pibil. La cochinita se elabora con carne de cerdo adobada en achiote, tradicionalmente cocida bajo tierra en un horno maya pib. La tradición indica que se debe servir con cebollas moradas y chile habanero, aunque se puede prescindir de este último si su afinidad con el picante no es la mejor. La mejor forma de degustar la cochinita es en un buen taco.
Esta delicia es originaria de la ciudad de Mérida y se prepara a partir de tortillas fritas rellenas de frijol, cubiertas de pavo deshebrado, tomate, cebolla y pepino. Toda una experiencia de sabores y texturas muy típica del sureste mexicano.
En Kinich, uno de los restaurantes más populares de Izamal, destacan estas delicias. Las empanadas de chaya son una opción vegetariana muy socorrida para compensar las cantidades masivas de puerco y pavo típicas del estado de los platillos yucatecos. Maíz, tomate verde, chaya, huevo y chile habanero: ¡todo un manjar!
Utilizando sólo las recetas de su abuelita, David Cetina armó y consolidó ya desde hace varios años un asombroso y clásico menú yucateco, que hoy es la sensación de Mérida. La Tradición es el nombre de su restaurante y los papadzules, uno de los platillos favoritos en la península, no podían quedarse fuera de su oferta culinaria. Los papadzules se preparan con huevo cocido envuelto en tortillas recién hechas, todo bañado en crema de pepita de calabaza y salsa de tomate. Se antoja, ¿verdad?
Las brasas impregnan un delicado sabor ahumado a este filete de cerdo, que se sirve acompañado de chiltomate (una salsa roja) y naranja agria. Si piden este platillo en su visita a La Tradición, se encontrarán con una de las selecciones recomendadas del chef David Cetina, quien promueve la cocina yucateca tradicional a nivel mundial.
Una sopa de sabor cítrico que representa claramente la originalidad de la gastronomía yucateca. Una buena sopa de pollo con cilantro, jitomate y totopos puede sonar bastante común para los mexicanos, pero el contraste que se obtiene con el típico sabor y aroma de la lima, es inigualable. Una vez que la prueben, no podrán dejarla atrás.
Estos postres pueden encontrarse en los cientos de carritos que deambulan por todo Yucatán. Las clásicas marquesitas constan de un barquillo de harina relleno de nutella, leche condensada o cajeta y el tradicional queso de bola (como se le dice por acá al queso edam). Si quieren un dulce más fresco, pueden optar por un sorbete de mamey o de coco, o un clásico helado de vainilla. Locales como la Sorbetería Colón, en el Paseo de Montejo, también ofrecen champolas, una suerte de malteada de guanábana, elote, piña o mango.
Crédito de la foto de portada: Adam & Tess.
Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Travesías.